Estamos en la agonía del 2018, en el tercer año del vergonzoso cuatrienio del gobierno local que se inició con la elección de Alcalde y Concejales en nuestra ciudad, en la bien llamada “Heroica”; la misma que ha sido degradada y humillada por parte de quienes la han tomado como juguete de sus pasiones y de su voracidad por el dinero que no les pertenece, el dinero público.
Siendo costumbre que al acercarse el final de una anualidad se hagan propósitos de renovación; propósitos de enmienda de errores, cabe preguntarse ¿qué propósitos se harán para el 2019, año de elecciones locales, tanto los electores como los que aspiran a ser elegidos? ¿Será que todo lo que ha ocurrido habrá servido en algo para que no se vuelva a caer en los mismos errores, en la misma desgracia?
¿Habrán llegado a comprender los electores, los que sufragan y los que no lo hacen, que endosarle el poder o la administración de la ciudad a un ciudadano de pocas capacidades, o a unos financiados con dineros oscuros y producto de la corrupción y otros delitos atroces, no sólo será “cuchillo para su propia garganta” sino que se harán corresponsables de la enquistada desgracia que cada vez se dispersa más entre la población más vulnerable?
¿Habrán llegado a comprender los candidatos, que hacerse elegir de manera fraudulenta, o con dineros productos de la delincuencia los llevará indefectiblemente a tener que “empeñarse” a favor de quien les dio ese dinero mal habido y tener que robarse el público, el que no les pertenece; y que además inexorablemente terminará por llevarlos a condenas judiciales y a la degradante prisión intramural o domiciliaria acompañada con brazalete?
Tanto unos como otros no merecen consideración alguna, pero en especial, los segundos, los aspirantes, que si una vez elegidos o “montados en el potro” y empoderados del mandato “pelando el cobre” no guardan ninguna consideración, respeto, ni pudor por sus familiares menos lo harán por sus electores, a quienes en las primeras de cambio comienzan a decepcionar; y más allá, con sus actuaciones contribuyen a incrementar la abulia, la desesperanza y el desinterés ciudadano por lo público.
Gobernantes y gobernados no pueden seguir acolitándose el uso indebido o la apropiación personal de los dineros públicos, todos los dineros, pero en especial esos de la inversión social, los de la salud, la recreación, la educación, la vivienda y el destinado a los grupos llamados de la tercera edad. Estos son delitos que no solamente los llevarán fácilmente a la cárcel sino que en una profunda concepción filosófica pueden asimilarse a los delitos de lesa humanidad, y además, son transgresiones espirituales que no tienen perdón de Dios.
El año entrante será un año en el que se pondrá a prueba la capacidad de resilencia del pueblo cartagenero, de los que sufragan y de los que no lo hacen. Año en el que se elegirán a quienes renovarán la administración local, o sea, Alcalde, Concejales y Ediles; y además se escogerán a los mandatarios de cada una de las tres localidades.
Un propósito resilente es no seguir eligiendo a incapaces, a corruptos, a los que se hacen elegir comprando sus votos, y a los que representan a la clase delincuencial y politiquera de la ciudad.
No elijamos más alcaldes, ni concejales, ni ediles que pasen más tiempo en los estrados judiciales o siendo pasajeros de las busetas del INPEC que en sus despachos o en sus recintos de sesiones. ¡Que permanezca la esperanza!