En la recta final para las elecciones donde se escogerán los congresistas que habrán de representar al pueblo colombiano durante el periodo 2.018 – 2.022, es muy importante elegir bien, siendo necesario analizar diferentes aspectos de los candidatos, entre ellos: el partido otorgante del aval; la formación y trayectoria de los candidatos; si están en capilla de ser llamados por su juez natural por conductas delincuenciales; si la postulación para ser elegido se da por méritos propios o son representantes en cuerpo ajeno de familiares que por su antecedentes no pueden aspirar; la financiación de sus campañas, lo cual se puede deducir por el despliegue publicitario y las formas de lograr el apoyo del electorado (dádivas, OPS, dinero, entre otros) y por último si generan confianza y tienen autoridad moral para incidir y formular propuestas que conlleven a mejorar las condiciones de vida de todos los ciudadanos.
Considerando los aspectos antes señalados, para la próxima configuración del Senado de la República, se percibe gran desaliento en los electores locales, ya que analizando con objetividad y detalladamente los candidatos a esa corporación oriundos o que tienen su base electoral en nuestro departamento, se encuentra dificultad para escoger alguno que genere tranquilidad y pueda depositársele la representatividad de nuestro departamento y la Región Caribe para dar el salto hacia el desarrollo y superar el atraso que en múltiples indicadores sociales se registran.
Siguiendo con el ejercicio mental considerando la circunscripción nacional del Senado, al escrutar los aspirantes de otros departamentos de la región, el panorama genera mayor desaliento, basta con ver los postulados en Córdoba, Sucre, Magdalena, César o La Guajira, para concluir sin mayor esfuerzo que a pesar de los cuestionamientos y escándalos de corrupción ampliamente conocidos no existe por parte de estos actores y menos de los partidos avaladores, respeto por los electores ni la más mínima intensión de rectificar y cambiar de actitud, ya que su intención es solo obtener unas mayorías, sin importar la forma cómo lo logran.
El panorama electoral actual ratifica lo señalado en la cumbre del encuentro Casa Grande Caribe realizado a finales del mes de noviembre del 2017 en Santa Marta, cuando se exponía que uno de los factores adversos para lograr los objetivos de sacar del atraso y la pobreza a nuestra Región Caribe, es el poco peso y representatividad de nuestros políticos ante las altas esferas de poder, por ello no es de extrañar las voces de protesta y rechazo que espontáneamente se vienen dando en la ciudad, al borrar los avisos políticos colocados en espacios públicos por diversos aspirantes.
Para acentuar la decepcionante situación, no es de buen recibo la expedición de sospechosas OPS, desde dependencias gubernamentales orientadas a lograr apoyos para candidatos de afectos de los gobernantes, acentuando las malas prácticas electorales que luego contribuyen al rezago regional ya evidente.
Ante la realidad que estamos afrontando de candidatos locales al Senado, que poco representan los verdaderos intereses de nuestra ciudad, el Departamento y la Región Caribe, considerando la circunscripción nacional, serán muchos los votos que se consignarán por aspirantes de otras regiones que por sus méritos generan confianza, pero igualmente habrán otros que lograrán apoyos gracias a sus gordas chequeras.