La actual campaña electoral con mira a elegir un nuevo Congreso, así como las presidenciales, ha estado signada por el miedo, la mentira o verdades a media, con el fin de lograr que los electores con poco juicio se inclinen hacia algún candidato o partido político determinado. Sin embargo en el transcurrir de los días hemos visto igualmente cómo se han venido generando desaciertos políticos desde diferentes actores que en lugar de lograr los objetivos perseguidos terminan minando la credibilidad de la ciudadanía. Lo señalado lo estamos apreciando tanto a nivel nacional como en el plano local con las próximas elecciones atípicas a realizarse el 15 de abril.
Comencemos por señalar como desacierto, la decisión de las Farc, una vez desmovilizados, de seguir con la misma denominación como partido político, así ahora quieran que los identifiquen como ‘Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común’. Con esta determinación este nuevo partido político se dio un tiro en el pie, o más bien se colocaron una mina quiebrapata que les hará más difícil caminar y avanzar en el trasegar político, dado que si existe un nombre que cause repudio en la mayoría del pueblo colombiano es el de la Farc, generado por los múltiples actos barbáricos cometidos contra población civil y las fuerzas del orden; solo la prepotencia del manejo de las armas y el desconocimiento de la realidad nacional explica tan desatinada decisión.
Igualmente como otro gran desacierto del partido político Farc, es el haber lanzado prematuramente como candidato presidencial a su máximo jefe Rodrigo Londoño. Se les olvido muy rápido aquellas enseñanzas marxistas que pregonaban ¿de la correlación de fuerzas y del análisis concreto de la situación concreta? Ello explica el repudio que ha generado en muchas ciudades su presencia, aunque no compartimos la forma violenta como han sido recibidos por sectores ciudadanos.
En otra orilla, como desacierto político encontramos al aspirante presidencial Germán Vargas Lleras, quien al presentarse como candidato avalado por firmas, trata de deslindarse del partido Cambio Radical, organización política de la cual fue gestor y determinador de sus posturas políticas, disfrutando plácidamente de las mieles del poder, buscando con ello engañar al electorado, cuando es bien conocida su estrecha relación con políticos cuestionados por sus conductas non santas.
Otro desatino en este proceso electoral lo encontramos en el Centro Democrático con su decisión de ir a la elección del Senado con lista abierta, con voto preferente, estimulando a nivel regional las organizaciones electoreras, cuando es bien sabido que el gran elector y jalonador de votos es el senador Álvaro Uribe Vélez, quien impone su disciplina y marca el horizonte en dicho partido, decisión que puede comenzar a generar fisuras a su interior así no se exterioricen y, por qué no, mermar su representación en dicha célula legislativa.
En el plano local, para las elecciones atípicas para la Alcaldía, encontramos como gran desacierto, un desatino y una enorme burla, por decir lo menos, la solicitud pública realizada en días pasados en el diario El Universal, por parte de un grupo de ciudadanos de diferentes actividades para que el exconcejal y excandidato a la Alcaldía Antonio Quinto Guerra Varela aspire nuevamente a ser alcalde, es decir buscar un pirómano para apagar el fuego que hoy consume la ciudad. Pareciera que los firmantes de la misiva no vivieran y sintieran el deterioro progresivo que se ha venido dando. Una sola pregunta: ¿cuántos debates de control político para combatir la corrupción realizó como concejal el posible candidato en mención? Al observar la postura señalada y las ponderaciones realizadas de las calidades del candidato, solo podemos pensar que a los firmantes de la misiva los mueve fundamentalmente elevar su nivel de vida, importándole muy poco la calidad de vida de los restantes ciudadanos. ¿Continuará el voraz incendio y tocará recoger las cenizas de la heroica Cartagena de Indias? De concretarse esos deseos la historia los juzgará.