Comienza el último año de los constitucionales cuatrienios de gobiernos locales que se iniciaron en 2016; en unas ciudades, como Cartagena de Indias, para retroceso administrativo; y en otras, aunque pocas, con logros y aceptación.
Para Cartagena de Indias, nuestro terruño, sobran las palabras, y sería como seguir “lloviendo sobre lo mojado”. El desprestigio de la administración de la ciudad que corrió por cuenta de Alcaldes, Concejales, Alcaldes Locales, Ediles, Secretarios de Despacho, Jefes de Oficinas, Directores de Institutos e Inspectores de Policía, ha empezado a aminorar.
En cuanto al departamento, a pesar del esmerado esfuerzo que hace su titular de gobierno por hacerlo de la mejor manera, no han dejado de entreverse lunares que han conducido a que en los entes de control estén cursando procesos.
No será un año fácil. Por causa de las elecciones de octubre, Alcalde y Gobernador podrían verse presionados no sólo en sus ejecutorias, sino en la distribución contractual y en la repartición burocrática, pudiendo caer, si se dejan, en errores que podrían complicarles su estabilidad como mandatarios, y de paso, agravar la ya deteriorada gobernabilidad en esta zona del país.
Pero mientras todo esto ocurre, el gran pendiente de la ciudad en el 2019 es continuar afirmando el trabajo de consolidar la credibilidad en su administración, incluidos, los que la coadministran, me refiero a sus Concejales, a quienes, por el bien de la ciudad, debe resolvérseles la situación jurídica para los que se encuentran apartados de su ejercicio. Que se defina, si se van, o se quedan, si son condenados o absueltos, o si se declara definitivamente la silla vacía o no. Estos, son la almendra del problema mayor que ha afectado a “La Heroica”, especialmente. La ciudad requiere de un Cabildo que abandone, de una vez por todas, sus conocidas malas prácticas.
La ciudadanía cartagenera espera en el 2019 que Alcaldía y Concejo se entreguen a fondo para trabajar en la disminución de los elevados índices de inseguridad; en el atosigante caos vehicular que agobia, en la solución a la demora en la llegada de los buses de Transcaribe a sus estaciones; en el definitivo control a la reaparición de enfermedades como el Dengue, Malaria, y Sarampión; en el vehemente control que debe hacerse sobre la práctica libre y abierta de la prostitución y el comercio abierto del microtráfico en el Centro de la ciudad, especialmente en la Plaza de Los Coches y Plaza de Santo Domingo; en la mejora de la infraestructura educativa; y en el definitivo inicio de los trabajos del “cacareado” Plan Maestro de Drenaje de Aguas Pluviales,
Debe también la administración procurar resolver de manera definitiva el traslado del antigénico y vergonzoso Mercado de Bazurto y en la reapertura y puesta al servicio del remodelado Mercado de Santa Rita; en dar inicio a la limpieza, por lo menos, del Caño Juan Angola y otros cuerpos internos de agua.
No deberá abandonarse la apremiante necesidad de trasladar la Cárcel de San Diego y la de realizar las obras definitivas que detengan la erosión del “Salto del Cabrón”, en el Cerro de La Popa, cuyo estado pone en peligro la vida de quienes habitan en sus faldas; y finalmente, iniciar las obras de protección costera en la parte continental del territorio.
En lo departamental, esperamos que se empiece la investigación por el “El Cartel de la Hemofilia”; avancen las investigaciones por la desaparición de la niña Karen Dayana Lambraño Mulleth, cese la intervención al Hospital Universitario; se resuelva el caso de las niñas de El Carmen de Bolívar afectadas por la vacunación contra el virus de papiloma humano; y que con la Alcaldía, atienda urgentemente el bajo nivel de las aguas del Canal del Dique.