Imposible guardar silencio y menos mostrar indiferencia ante los hechos de barbarie acaecidos contra la Escuela de Cadetes General Santander con saldo de una veintena de muertos y más de sesenta heridos en su mayoría jóvenes, hombres y mujeres que cursaban sus estudios de formación como oficiales de la Policía Nacional. Nada, pero absolutamente nada, justifica semejante acto demencial, ya que atentar contra jóvenes indefensos, algunos de ellos deportistas provenientes todos de hogares donde se lucha diariamente por conseguir unas mejores condiciones de vida para sus hijos, nos muestra que quienes planearon y ejecutaron el atentado, solo han pretendido crear miedo y atemorizar a toda la población tratando de mostrar una fortaleza que por su naturaleza no deja de ser efímera, dado que hechos como el acontecido solo genera el repudio y rechazo de la ciudadanía hacia los autores de semejante atrocidad.
El abominable hecho del pasado jueves 17 de Enero, también ha dejado al descubierto el gran daño que hacen a las instituciones cuando la dirección o jefatura de éstas, reposa en manos de funcionarios que por sus conductas o dudosas actuaciones en el desempeño de sus funciones, generan en la ciudadanía pérdida de confianza y credibilidad, como es el caso actual de La Fiscalía General de la República, teniendo en cuenta los recientes escándalos donde ha estado inmerso el fiscal general Néstor Humberto Martínez, por los casos de corrupción que involucran a Odebrecht, grupo Aval y la muerte de los Pizano, padre e hijo.
Por lo anterior, encontramos como las redes sociales, herramienta utilizada hoy por los ciudadanos para expresar opiniones y pensamientos, se han puesto en duda muchas de las declaraciones y conclusiones del Fiscal en este caso del carro bomba, comenzando por el tiempo record en que se dio a conocer el autor material del atentado, indicando que se trataba de un reconocido cabecilla del ELN, experto en manejo de explosivos, al cual le faltaba una mano, y la otra pero que a pesar de la demoledora explosión fue encontrada rápidamente, gracias a lo cual se hizo el cotejo dactiloscópico para establecer la identidad del hombre que supuestamente manejaba el carro bomba. Igualmente el recorrido del vehículo al interior de la Escuela General Santander, ha suscitado variados comentarios, por informaciones contradictorias suministradas.
Como conclusión en este aspecto, podemos señalar lo nocivo que la presencia del Fiscal General de la Nación, Néstor Humberto Martínez, le sigue ocasionando a una Institución que debería tener el mayor respeto y credibilidad por parte de todos los ciudadanos.
Atornillarse al cargo para defensa de determinados actores estratégicos, es atentar contra todo el sistema de justicia, donde el ente investigador y acusador debería ser garante por su objetividad e imparcialidad, comenzando por su máxima cabeza.
Por otra parte, el Gobierno Nacional en cabeza del presidente Duque, considerando las pruebas aportadas por la Fiscalía, donde concluye que fue el ELN, el autor del atentado terrorista, decidió tomar decisiones en caliente, al levantar la suspensión de las ordenes de captura y demás beneficios de los cuales venían gozando los negociadores de dicho grupo insurgente, solicitándole al gobierno Cubano “hacer efectiva las capturas de los terroristas que se encuentran en su territorio y entregarlos a las autoridades policiales colombiana”; solicitud ésta que será difícil de cumplir por no decir que imposible, ya que Cuba como país sede y los países garantes a la luz del derecho Internacional, deberán cumplir con el protocolo suscrito entre el Estado Colombiano y el ELN al inicio del proceso de negociación y que contempla los pasos a seguir en caso de ruptura de las negociaciones, lo demás es pensar con el deseo antes que con la realidad.
El dolor que sentimos por los hechos acaecidos y la incertidumbre que divisamos en el horizonte, nos lleva a pensar que nuevamente se recrudecerá la violencia, donde el derramamiento de sangre y las muertes se incrementarán rondando muchos espacios de nuestro territorio.
Cuando empezábamos a transitar el camino donde la confrontación armada entre hermanos colombianos se iba superando, nos encontramos con una realidad que nos señala a la muerte como imán para más muerte, pareciera que como sociedad no valoramos el valor de la vida, y se atenta contra ella de diferentes maneras, hasta llegar al exterminio del contradictor de manera violenta.
Al acudir a la violencia para resolver los conflictos, estamos demostrando la falta de sensatez, reflexión e inteligencia para encontrar soluciones de manera pacífica y poder caminar hacia adelante a pesar de las diferencias, por ello debemos entender que no es bajo el imperio del más violento como lograremos construir el país que todos queremos y merecemos.
A propósito porque en las próximas marchas o protestas sociales, no se comienza con un saludo o un abrazo a los miembros de la fuerza pública, especialmente del ESMAD, para mostrar con madures que entendemos que estos guardianes del orden público, una vez se despojan de sus escudos, cascos, chalecos y espinilleras protectoras, son unos conciudadanos que junto con sus familias también sufren generalmente las consecuencias de las situaciones que originan las protestas, veámoslos como aliados y no como enemigos, así se darán pasos para evitar confrontaciones violentas.
Jconrado51@yahoo.com