“…el que está debajo del techo es el que sabe dónde está la gotera…”, “y nadie sabe el mal de la olla sino el palote que va al fondo”, así rezan estos viejos refranes a los cuales apelo para referirme, especialmente, a la insalubridad, inseguridad e inhalación de la hediondez que emana de las podridas aguas del Caño Juan Angola y de las demás incomodidades de la que somos víctimas los que habitamos en el entorno de influencia del Caño, este cuerpo de agua que por causa de la dejadez de los gobiernos, de todos, sin excepción, se deteriora de manera progresiva y vertiginosa por la disminución de su caudal y el detrimento de sus aguas.
Sobre este Caño, el Juan Angola, el que atraviesa gran parte del territorio del Distrito de Cartagena de Indias, dizque turístico, todos los gobiernos han prometido intervenirlo; todos los gobiernos han prometido recuperarlo y todos los gobiernos han prometido su saneamiento; pero a la verdad, al final, todas la promesas se truncan, entre otras causas, por los conflictos e intereses económicos que mueven a ciertas organizaciones ambientalistas o sociales que creyéndose dueñas de todo lo que sobre el Caño se proyecte realizar, se disputan como aves de rapiña los recursos del presupuesto que se destinan para las iniciativas de su recuperación.
Retomando el cuadro de afectación que padecemos los que vivimos en el ámbito del Caño, los mismos a los que nos toca, ante la vista displicente y negligente de las autoridades y los gobiernos, soportar y padecer la insalubridad, la inseguridad y absorber los repugnantes olores que se generan a lo largo de este afluente, nos encontramos en permanente riesgo de contraer enfermedades febriles, esas que transmiten los mosquitos que en manadas salen en horas de la mañana y de la tarde en busca de su presa; también vivimos “con el credo en la boca” por la gran afluencia de delincuentes que a toda hora acechan en su entorno para cometer sus fechorías.
Con el advenimiento de Transcaribe se nos ilusionó con el cuento que el tal Sistema, dizque “intermodal”, implementaría, además del terrestre, un servicio de transporte acuático que utilizaría, entre otros, este cuerpo de agua; pero que va, esta empresa está en los cuatro años de servicio, y nada ha pasado hasta ahora.
El Caño, el Juan Angola, fue un importante corredor biológico de aguas limpias que al igual que las Lagunas del Cabrero, Chambacú, y de San Lázaro, el Caño de Bazurto, las Ciénagas de Las Quintas y de la Virgen, fueron aguas adecuadas para el desove y abundante riqueza ictiológica, hoy por causa de la desatención de los gobiernos y la falta de cultura ciudadana, han caído en un franco deterioro.
Por último, la sobreabundante pero descuidada vegetación de mangles a lo largo de las orillas del Caño, a la cual hay que añadirle el irresponsable arrojo de todo tipo de basuras, viejas neveras, colchones, botellas, muebles, zapatos, y toda suerte de inmundicias, son también parte importante del agotamiento, el estrechamiento, la insalubridad e inseguridad que se genera en este, el postrado Juan Angola; a cuyo deterioro, además, ha contribuido en gran manera la Aeronáutica Civil estrechar de manera abusiva e inconsulta su desembocadura en la Ciénaga de la Virgen, siendo, igualmente, gran responsable de su menoscabo.
Por todo esto, señor alcalde Pedrito Pereira, la comunidad de los barrios aledaños al Caño Juan Angola, a gritos, le claman, ¿Y el Caño pa´cuando?