Dicen la normas que todo quien se encuentre investido de autoridad es digno de respeto, y claro que lo es; pero tales normas no incluyen patente para dejar de opinar, respetuosamente, eso sí, por cosas que por demás no sólo son ciertas sino de conocimiento público.
Con respeto me referiré al señor Dumek Turbay Paz, sí, a ese mismo que hasta este 31 de diciembre ejercerá como primera autoridad civil y administrativa del departamento de Bolívar, autoridad que le entregó el pueblo en las urnas en las elecciones de octubre de 2015.
El doctor Turbay Paz, como todo gobernante, tiene amigos, o mejor, “comité de aplausos”, producto, posiblemente, de atenciones especiales que reciben de parte, no de la persona, sino de parte del gobernante. Son amigos que ovacionan y palmotean todo lo que hace el mandatario; me refiero, en este caso, de quién estoy haciendo alusión, al doctor Turbay Paz, el Gobernador de Bolívar.
Yo, con respeto, no me cuento dentro de sus amigos, pero sí dentro de sus gobernados, y además, dentro de sus críticos, y al que no todas las acciones del gobernador Turbay le parecen acertadas, y al que además, muchos de sus comportamientos como mandatario le recuerdan rasgos peculiares de la personalidad del emperador Napoleón Bonaparte; rasgos que dejó ver desde que se inició como gerente de Iderbol, donde no escondió su estilo napoleónico, el de las ansias y el absolutismo en el poder.
Pero no sólo la personalidad del gobernador Turbay tiene visos de la personalidad de Bonaparte, también hay muchas similitudes, además, tanto en lo físico como en ciertas aficiones y fobias.
El Gobernador, como Napoleón, dicen los textos, no digo yo, no era de mucha estatura, si acaso, llegaba a un metro con sesenta y seis centímetros; por lo que exigió que sus guardas personales no sobrepasaran un metro de estatura; era, además, de pésimas relaciones sociales y de carácter dominante; pero también, y como cosa muy extraña, se dice que Napoleón sufría de ciertas fobias; una de ellas la ailurofobia, que es el miedo a los gatos; y otra era la de tener siempre las puertas cerradas.
Otra gran curiosidad de las similitudes entre la personalidad del gobernador Turbay y Napoleón, es que de éste siguen diciendo sus biógrafos, que era un gran jugador de ajedrez, y que en cierta ocasión se enfrentó a un robot al que llamaban “El Turco”, al cual a pesar de su destreza en el juego no pudo derrotar. Tiempo después se supo que el tal “Turco” era una farsa, era un genio de este juego que se introducía en tal robot.
A Napoleón, también le gustaban los “baños de popularidad”, de aquí que fuera el creador de la famosa frase: «una imagen vale más que mil palabras«; era Napoleón inflado de ego, pero además, supersticioso.
Una de las más grandes similitudes entre el Gobernador Turbay Paz y Napoleón Bonaparte es la ambición, de la que dijo el Emperador francés qué estaba tan íntimamente ligada a su ser que no podía separársele, y a la verdad que lo es, porque solo una persona puede ser tan ambiciosa como el Gobernador Turbay para que simultáneamente englobe responsabilidades como la de ser gobernador de Bolívar, director de la OCAD Regional Caribe, presidente de las Juntas Directivas de Cardique, Telecaribe, Universidad de Cartagena e Iderbol, además, voz cantante de los Juegos Nacionales, opacando a su directora y al alcalde de Cartagena, y ahora, presidente ejecutivo de Real Cartagena, ad hoc, que no es lo mismo que ad-honorem.
Finalmente, dice el adagio: “el que mucho abarca poco aprieta” para referirse a quienes pretenden hacer muchas cosas al mismo tiempo, pero que por lo regular, ninguna de ellas hacen bien.