El presidente Duque es legítimo, lo cual es el primer motivo para apoyarlo. Si bien es cierto difiero con él en varios asuntos, que he dilucidado en esta columna, como la cantidad de funcionarios de alto nivel, que son mano derecha de Juan Manuel Santos y aún el presidente Duque los mantiene a su lado.
De otra parte nadie duda de la buena intención presidencial para sacar el país adelante. Si el presidente cree que es a través del diálogo nacional como primera herramienta, entonces lo apoyo, como cualquier colombiano más que desea que su país supere los malos momentos.
Las marchas, el presidente no las ha impedido, y eso habla de su estirpe democrática, colocando como es lógico unas reglas de comportamiento que no transgreden los derechos de los marchantes, pero igual se respeta a los ciudadanos en general.
Apoyar al presidente en estos tiempos, lo considero un deber patriótico, lo cual no es sinónimo de no exigir resultados que beneficien al país y se conserve la gobernabilidad y el estado de derecho.
El senador Álvaro Uribe, el embajador Francisco Santos, la ministra Alicia Arango son soportes fundamentales de este gobierno, que bien entienden cuando alzamos la voz al presidente en aras de humildemente contribuir en la búsqueda de esos buenos resultados que procuramos todos.
Destaco en ese ámbito democrático, la capacidad de entender esas voces de disenso, de Francisco Santos. Es de un respeto admirable y de esa actuación se desprenden muchas cosas para el bien del país.
Actuar unidos, realmente es importante para Colombia. Reiterando que el pensamiento de esclavitud uniforme es muy diferente a la unión e igual, no es el proceder del presidente Duque coartar el libre pensar.
Se abre en el año 2020, el rebarajar las cartas del poder, que buscan oxigenar el gobierno Duque.
En buena hora, en todos los niveles el segundo tiempo de la era Duque, comenzó con el firme propósito de abrir posibilidades de nuevos pensantes en la administración.
Si bien no es el meollo de los problemas del país, que los tiene, de que es un segundo aire, lo es, sin lugar a equívocos.
Se espera que con ello, se sienta un buen cambio en la dinámica política y por supuesto en la economía.
El respiro gubernamental, se presume se dará en diversos espacios, desde ministerios, institutos descentralizados, pasando por embajadas, consulados, etc., que no obedecen a un cambio de nombres simplemente, sino a la obtención de un propósito de que las salgan bien y el pueblo colombiano lo sienta en su economía, seguridad y bienestar integral. Por ende ello repercutirá en el entendimiento con el congreso, los partidos políticos, gremios, estudiantes, sindicatos y la masa que mueve el país.
El 2020 está aquí. A la vuelta de la esquina. Los cambios se vienen. Lo correcto es apoyar al presidente Duque y dar ese margen de espera prudencial para que impacten en pro de los colombianos, ansiosos de que todo ejore.
Las noticias son esperanzadoras, ¿por qué no dar esa oportunidad al compromiso del presidente Duque de hacer las cosas bien?
Estando en el mes más entusiasta y de mayor optimismo, como lo es diciembre, solo nos queda desear el mejor de los resultados para Colombia.
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