Hubo una época en Cartagena, aunque parezca increíble, que sucedía como sucede hoy en Suecia, donde por no haber delincuencia ni darse hechos de sangre como los que ahora abundan, llevó a que el periodista Pablo J. Caballero encargado de las noticias judiciales del desaparecido “Diario de la Costa” creara un imaginario personaje para tener a quien achacarle hechos delincuenciales que nunca sucedían, personaje al que por nombre le puso “Muñeca e’ burro”, y que de ser cierta o no esta pintoresca historia, lo cierto es que no había malhechores.
El ingenio del periodista Caballero no sólo hizo que conservara su trabajo como editor de la página judicial del desaparecido Diario, sino que además el nombre del supuesto maleante lo pusiera de boca en boca entre la asombrada y nerviosa ciudadanía. Era la época en que todavía no existía el Cosed, Centro de Observación y Seguimiento al Delito, cuyos datos de la casuística criminal de la ciudad sirven para lo que les sirven los pechos a los hombres, para nada.
Pero también era la época en que no existía, como ahora, una Comandancia de Policía que después de cada acto delincuencial sale con libreto que tiene a flor de labios para decir lo mismo de siempre, “son hechos aislados…”, y añade,” con relación al pasado año 2019, comparado con lo que va corrido del 2020 han disminuido los homicidios, lesiones personales, extorsión, hurtos a residencias, comercios, vehículos, motocicletas y el fleteo…”, como si le creyeran.
Y si por una parte el Cosed sigue contando los delitos; y la Policía continúa diciendo que si los asesinatos en lo que va del 2020 se comparan con igual periodo del 2019 han disminuido en dos muertos; por la otra, los saqueos y abusos de pervertidos sexuales están a la orden del día en el interior de los buses de Transcaribe; así como también lo están los robos de celulares, fleteo, porte ilegal de armas, microtráfico, etc.
Pero de aquella sosegada época que se vivía en Cartagena, ausente de delincuencia; nada queda; época en que al periodista Pablo J. Caballero buscando sobrevivir a su empleo como redactor judicial del extinto “Diario de la Costa” le tocó inventarse el ya mencionado e inexistente maleante, el “Muñeca e’ burro”.
Por el contrario, hoy, una serie de pasquines, impresos en tamaño tabloide, se encargan de retratar y hacerle apología al delito vendiendo como pan caliente sus crueles noticias entre una población que se deleita con la criminalidad; y con las que, además, los propios facinerosos se enorgullecen de verse en sus trágicas páginas, de las que algunos dicen, que, si se exprimieran, destilarían sangre.
Lejos estamos, entonces, de lo que las autoridades carcelarias de Suecia están haciendo, cerrando sus centros penitenciarios por falta de población penal; porque en Colombia, por el contrario, se habla de la necesidad de construir más centros reclusorios y del hacinamiento carcelario debido a un parsimonioso sistema judicial.
En Suecia dieron resultados los esfuerzos invertidos en la rehabilitación de los criminales y en la prevención del delito, acciones de envidiar, pero que en nuestro medio parecieran estar invertidas, ya que, en la mayoría de los casos, el prisionero al salir de la cárcel por pago de su condena, sale peor, sale graduado, aún, en delitos por los que no fue encarcelado.
El llamado es entonces a que las autoridades de Policía, y aún, las de gobierno, dejen de estar recitando el mismo y repetido discurso que salen a decir cada vez que hay un nuevo hecho delincuencial “…Son hechos aislados…”, etc.
Hoy los delincuentes no son como el imaginario “Muñeca e’ burro”, no, son de carne y hueso, y están al acecho y donde menos sospecha el ciudadano, y burlándose de la autoridad.