Esta semana estuvo marcada para mí por dos hechos similares: las elecciones en Estados Unidos, a las que dediqué especial atención porque afectan directamente a algunos familiares y amigos cercanos, y de una u otra forma al resto del planeta, y la asamblea de copropietarios del conjunto donde vivo, cuyo desarrollo y resultados me generan un obvio interés.
En esta asamblea, que convoca un poco más de doscientas cincuenta personas, vi con tristeza que algunos votaban el presupuesto desinformados; otros se quejaban de las acciones del consejo; otros tantos atacaban o defendían gestiones o ideas por conveniencia o porque «el administrador es amable y parece buena persona»; y vi muchos otros que no participaban y se limitaban a asentir o denegar según lo dictaba la mayoría: simples asistentes que solo querían evitar el cobro de una multa.
Más triste aún, en las elecciones estadounidenses, que responden a la democracia más antigua del continente, que cuentan con alrededor de 218 millones de votantes habilitados, y cuyo resultado incide en el resto del planeta, el ejercicio no fue distinto.
Ese uso apático y desinformado de los derechos, acompañado de opiniones sin respeto ni empatía, genera inestabilidad, desequilibra las instituciones y disminuye la consecución de resultados positivos para la comunidad, ya sea en la asamblea de copropietarios de un conjunto residencial, en la administración de una ciudad o en el gobierno del país más poderoso del planeta.
En consecuencia, debemos reaccionar; dejar atrás esa indiferencia frente a los temas políticos y las decisiones que nos afectan, dejar de atacar las ideas contrarias para ser propositivos y, en lugar de votar como la mayoría, ejecutar acciones claras que nos permitan ir hacia adelante; no por el simple hecho de dar un paso más al frente, sino con la convicción de avanzar hacia una meta común.
Con esa idea en mente, desarrollé algunos conceptos que denominé el «Decálogo del buen ciudadano en democracia», que presento a continuación:
- Conocer mis derechos y deberes y cómo hacerlos valer
- Hacer uso del derecho al voto, y del deber de ejercerlo con responsabilidad
- Votar informado
- Exigir cuentas
- Participar activamente con propuestas
- Observar el desempeño de mis elegidos
- Observar el desempeño de mis no-elegidos
- Raciocinio y argumentos técnicos priman sobre percepciones y chismes
- Conocer los alcances de la política y del ejercicio político
- Respeto
Con esta propuesta busco llamar la atención sobre la importancia de interesarnos en lo que sucede en nuestro conjunto o en nuestro barrio. Son estos espacios, donde vivimos, nos construimos y nos desarrollamos para vivir en comunidad, los primeros a los que debemos atender, proteger y cuidar para brindar así un entorno seguro y amable para nuestras familias.
Si partimos desde lo básico, con formación, conciencia y sentido social, podremos escalar esas experiencias y saberes para afianzarnos en el ejercicio de la participación ciudadana. Las herramientas están allí y solo necesitamos conocerlas, apropiarlas y utilizarlas.
Pasemos de las quejas a las propuestas y aportemos con acciones positivas, pequeñas, medianas o grandes; es hora de hacer nuestra parte: trabajemos con convicción, desde cualquier frente para construir en nuestra ciudad, nuestro país y nuestro mundo, ese paraíso que queremos y del que solo así seremos merecedores.
Leonardo Sánchez Acuña.
Escritor. Sembrador de paz a través del apoyo a la Fundación SeamosPaz, que combate el matoneo. Bibliófago. Comunicador social y periodista, especialista en gerencia pública, Capacitación en gestión comunitaria y gerencia social, con estudios de Periodismo turístico; Asesor gubernamental en temas de paz y corrector de estilo de diversas publicaciones literarias, académicas y gubernamentales.