Conmemoramos otro aniversario de nuestra Independencia, hace 209 años nos liberamos de los chapetones, hoy Cartagena de Indias está en manos de algo peor, tenemos al mando a un hombre tan turbio que sin escrúpulos se asoció con los piratas contemporáneos que roban y saquean la ciudad.
Quiero aclarar que soy una defensora del sistema electoral, pues esta es la herramienta que bien utilizada nos ayudará a construir la ciudad que queremos, no la que nos quieran dar, la que merecemos, con calidad de vida, educación garantizada y de calidad para todos, con atención oportuna y eficaz en la red hospitalaria, con movilidad, seguridad, fuentes de empleo y alternativas laborales, con un claro sentido ecológico y de preservación del medio ambiente, que no permita seguir siendo tratada como una Colonia del Gobierno Central o la caja menor de alguna familia, ni el monedero de altos funcionarios.
En Cartagena no elegimos, en Cartagena votamos y ya, la falta de información, el hambre o la amnesia colectiva que padecemos no permite que elijamos o peor aún, el hastío de lo mismo de siempre, de la corrupción que nos puso aquí, y aun así, solo esperamos o más bien nos encontramos con el día de elecciones y votamos por quien pidió el favor, o quien dio algo de dinero o nos gustó en el afiche o el que gritó “malandrin”.
Decimos y vociferamos que ya estamos cansados de tanta corrupción, de la desinstitucionalidad, pero votan por Dionisio Vélez, un patán sin preparación ni experiencia en lo público, pero eso sí protegido de las elites más corruptas de la Nación, Casa Char de Barranquilla y Vargas lleras, votan por Manolo Duque, un hombre sin ninguna clase de malicia ni experiencia, pero eso sí muy mal rodeado y además manejado por toda una red tenebrosa que dejó a la ciudad en un lodo de vergüenza y corrupción, votan por Quinto Guerra que a sabiendas de su inhabilidad aun así decidió aspirar a la alcaldía batiendo récord del periodo más corto en la historia reciente de la ciudad, o elegimos a Dau, un malandrín disfrazado, demagogo y senil que resultó bastante hábil para negociar el erario y tirar cortinas de humo.
Los electores no son siquiera la clase política, pues ya hemos experimentado que la masa vota por quien quiere, por cualquier motivo, por un amor desmedido o un carisma descomunal como fue el caso de Campo Elías Terán Dix, por estómago como en el caso de Dionisio, una canción pegajosa y una estrategia chabacana como el caso de Manolo, en fin, son todos los motivos menos un programa de gobierno.
Hoy después de un año de las últimas elecciones solo puedo decir que la Heroica volvió a votar y ya, esta vez por un hombre de avanzada edad y que por alguna razón que no entiendo bien olvido un poco su primera lengua, el español; casi 115 mil cartageneros eligieron una estrategia brillante, la mejor que haya visto para lograr la silla del Palacio de la aduana, fue apabullante y no voy a negar que aunque yo voté en blanco, me sentí feliz por ese triunfo, un desconocido venció al corrupto tradicional de la rancia clase política de Cartagena, pero muy poco me duró ese entusiasmo y esa dicha, pocos días bastaron para que se empezara a notar el entramado corrupto que hay detrás de todo esto, más de lo mismo pero rodeado de un grupo hostil que atemoriza a todo aquel que critica o destapa la putrefacción de esta Administración.
A estas alturas no hay un rumbo en la ciudad de Cartagena, el poder sentado en una mecedora en las terrazas del Centro de Convenciones y los cartageneros sumidos en el hambre, el abandono y la pobreza, pero eso sí, por lo menos tenemos un alcalde que tira hijueputas como un putas y no le da culillo admitir su corrupción justificandola con primiparadas, el gabinete distrital es un circo barato, lleno de payasos baratos.
Hoy 209 años después de esa Heroica Gesta de Independencia me pregunto ¿dónde quedó esa noble ínclita ciudad que Daniel Lemaitre describe en nuestro himno? Creo que elegir a Dau fue inmolarnos como ciudad.