Me enteré, que a un individuo le habían dado una paliza por ser transexual. Mi desorden interior fue inmediato. Parece que, o nos regimos por parámetros impuestos por esta sociedad, o no tenemos derecho a vivir nuestra sexualidad como nos apetezca. Los seres humanos somos diferentes entre sí. En relación a nuestra *psique como a nuestro físico somos únicos y sobre nuestra identidad sexual rige la misma norma.
El ser humano, es complejo por naturaleza. De ahí, que cada persona exteriorice su sexualidad de forma diferente. El concepto de masculino y femenino, no es lo que nos define.
¿En que molesta entonces, que además de la heterosexualidad, tengamos otro tipo de comportamiento sexual? No me refiero a pederastas, maníacos o pedófilos. Esas son personas enfermas, para las que debería existir, además de la reclusión, un tratamiento que contenga sus impulsos anormales. De lo contrario, volverán a reincidir, como ya se ha visto.
Las religiones por ejemplo, no han respetado la sexualidad de sus miembros, y han tapado y consentido que el apetito animal prevalezca, y se cometan todo tipo de aberraciones y actos de baja moral e imperdonables, que nos retrotraen a la antigua Grecia y Roma, donde la depravación llegó a límites insospechados. Por conciencia, no todo debe permitirse.
La antigua Grecia, en el siglo V a.C. reconocía la homosexualidad tanto como el resto de comportamientos sexuales, como algo normal. En los gimnasios de la Acrópolis, los hombres acudían desnudos y mantenían encuentros sexuales. Algo que ni los científicos han podido definir, como comportamiento genético.
Las mujeres, permanecían en casa con los hijos, arregladas para el disfrute de su varón y custodiadas por los suegros u otros familiares. Solo estaban destinadas a la procreación (eran matrimonios concertados), ya que se comprometían mediante contrato a una unión, que la mujer debía respetar.
La virginidad, era sagrada en este caso. Al ser la prostitución el oficio mejor remunerado, el hombre, considerando que la mujer tenía la libido más elevada, extremaba el cuidado de su “mujer”, evitando el desprestigio. ¡Qué barbaridad!
De manera convencional, existen cuatro orientaciones sexuales a las cuales un sujeto puede pertenecer: heterosexualidad, atracción entre dos personas de distinto género (hombre-mujer), homosexualidad, atracción entre dos personas del mismo género (mujer-mujer, hombre-hombre), bisexualidad, atracción de una persona hacia ambos géneros (hombre- mujer), pansexualidad, atracción hacia la personalidad del ser, sin importar su entorno.
Pero existen, otras orientaciones sexuales menos notorias: antrosexuales (desconocen su orientación sexual y les puede atraer cualquier tipo de sexualidad), sapiosexuales (huyen de personas superficiales, buscan personas de buena conversación), graisexuales (viven entre la sexualidad y la asexualidad), metrosexual (amantes del gimnasio, limpieza, buena ropa y complementos), lumbersexual (hombres de aspecto rudo, pero cuidado) spornosexuales (cuidan demasiado su aspecto físico, presumen de tatuajes y tonifican en exceso su cuerpo). Siendo la libertad sexual inherente a cada quien, tenemos la obligación de respetarla.
Con el libre albedrío, asumimos la libertad de manejar nuestra vida. ¿Por qué tanta censura? Dentro de la implicación de los principios éticos y morales establecidos en esta sociedad, todos, tenemos el deber de convivir en paz y armonía y comprender o entender, sin lastimar. Es cierto que las leyes nos coartan ciertas libertades, pero ¿cómo nos comportaríamos si así no fuera?
* Conjunto de procesos conscientes e inconscientes propios de la mente humana, en oposición a los que son puramente orgánicos.