Los celos son una revelación emocional dañina, que se puede manifestar durante diferentes estados amorosos. Un ejemplo sería el de los niños cuando creen que sus padres quieren más a sus hermanos, o ante un nuevo nacimiento en su familia. También, cuando el marido o la mujer piensan que el cónyuge está más entregado a los hijos que a él.
Existen entre otros, los celos profesionales que resquebrajan la amistad o los celos posesivos entre amigos. No obstante, donde los celos alcanzan un porcentaje más alto de violencia, es en el amor de pareja. Esta clase de celos y todo lo relacionado con ellos, es un tema que por desgracia siempre está de actualidad.
Solemos confundir con frecuencia la posesión en la relación, con el amor verdadero. Nada más alejado de la realidad: el amor verdadero no es posesivo, acomplejado, ni inseguro, no es tirano, no es destructivo ni ofensivo. Por el contrario, es desprendido, y tan seguro de sí y de ti, que no coarta libertades.
En cambio, abre en su corazón y en el mundo que habitan los cónyuges, un espacio de comprensión, de confianza y respeto mutuos, que logran hacer de la convivencia, algo agradable. Por desgracia, para las personas celosas esta actitud es la incorrecta, ya que sus celos, según ellos, están siempre justificados. Son emociones que les incitan a poseer o ser dueños de algo o de alguien. Es una sensación similar a la envidia. A estas personas se les dificulta comprender tanto los sentimientos propios, como los ajenos.
Sabemos de personas celosas con su pareja o envidiosas de alguna gente cercana. Su visión del mundo exterior es amenazante, paranoica, y desprovista de toda lógica. Por ello, suelen rodearse de pocos amigos. Con este proceder están evitando cualquier acercamiento a su “posesión”. Las personas que se enamoran de un ser con trastorno paranoide, quedan aisladas socialmente, debido a esa desconfianza extrema.
Sin justificación alguna, estas personas están convencidas de que su pareja le es infiel. Espían sus conversaciones y sus actos. Una constante vigilancia, que los conduce a la paranoia. Creencias, por parte del amado, que no tienen nada que ver con la realidad. Por consiguiente, deben tener cuidado de no extremar esas alucinaciones, ya que los pueden llevar a cometer acciones que pongan fin a la relación de pareja o con cualquier persona cercana.
Lo mejor sería acudir a un psicólogo. La celotipia delirante o síndrome de Otelo, es una enfermedad de celos que les puede conducir a cometer un crimen pasional. (En la conocida obra de Shakespeare, Otelo, poseído por unos celos enfermizos mata a Desdémona, influenciado por yago). El celoso, que puede ser influenciable, se dedica a la búsqueda de lo que no le gustaría comprobar. En el caso de Otelo, termina suicidándose al descubrir (tarde ya), la mentira de yago.
Tener claro, que cada persona tiene una vida que merece respeto, es un camino largo, pero necesario para la buena convivencia. El problema puede derivar de la excesiva necesidad de afecto y atención que reclame el celoso, por lo que la relación resulta agobiante.
El comportamiento del dudoso es una maniobra pésima. No se puede llegar al amor verdadero, sin una confianza auténtica y profunda.