Esta mañana en medio de mi hora de elíptica, que es lo único que hago por mi cuerpo en materia de movimiento deportivo, estaba analizando seriamente, que existimos tres tipos de personas en este planeta. El primer tipo, son aquellas que se alegran por las cosas buenas que le pasan a los demás, que celebran la abundancia del otro, las que no se detienen a mirar patios ajenos para lamentarse del propio, sino que por el contrario celebran la belleza del patio del otro, y de paso se inspiran, para algún día poner el propio a gusto. El segundo tipo de personas, son las que yo llamaría las grises, las ni fú ni fá, son esas que no se dan cuenta de nada, personas a las que los detalles de la vida las tienen sin cuidado, no les importa ni lo bueno ni lo malo, van por ahí, a duras penas respirando, y esperando a que las cosas caigan como caigan, de hecho, hasta cualquier delicia les sabe igual, de dulce o de sal, aunque triste no son tan nocivas como las del tercer tipo, esas que llegaron a envidiar todo lo que pueden, a criticar cuanta cosa se les pasa por el frente, y hay de que alguien brille, no lo soportan; son los agujeros negros más grandes del planeta, son capaces hasta de tragarse una constelación con tal de no ver brillar a nadie.
Como saben, de política no hablo, se preguntarán por qué, porque creo que son escasos los políticos que se encuentran en el primer grupo, la gran mayoría anda en la categoría tres, y otro gran porcentaje en la categoría dos, ojo, este es mi subjetivo punto de vista, porque no son solo los políticos, esta categorización que planteo tiene especímenes en todas las esferas y oficios de la sociedad, creo que de hecho estamos en un desbalance sistémico, debido a que quienes lideran hoy el mundo, no lo están haciendo desde sus fortalezas, sino señalando las supuestas debilidades del otro, y es así como nos estamos estancando en discusiones irrelevantes, es cierto que hemos evolucionado como especie, pero seguimos en ese proceso, y mi única intensión es que quien lea estás líneas trate de evaluar en que grupo de personas se encuentra, y si cree que debe pasarse al bando de la gente que construye, lo haga, nunca es tarde y este planeta se lo agradecerá tanto como, su salud emocional, su corazón, y hasta el brillo de su mirada y sonrisa.
No me puedo quedar con algo que tengo clavado en el pecho, y es el asesinato de Fabio Hernández Salom, a quién no le digo doctor, porque antes que eso, para mí, era un hombre que reflejaba una alegría permanente, cuidaba de manera abnegada a su familia, tan cercana a mi pecho, a su madre de 102 años más amor no podía darle alguien, pero aún así, los de la categoría tres decidieron tomar su vida, sin ningún derecho. Lo peor de todo es que nunca habrá justicia, porque la justicia debe compensar un daño, pero por muy alta la pena, jamás le devolverán la vida. Y así, en todos los casos de quienes toman la vida de alguien. Pero no hay nada que hacer, por lo regular quien mata adolece de alma, y para eso no hay nada, ni muerte, ni tortura, ni castigo, que de vuelta a la vida.
Recuerden que matamos de muchas maneras, por eso mi invitación a llenar nuestro corazón de belleza así estemos pasando por lo que consideremos el peor momento de nuestras vidas, nada justifica que dañemos a nadie, y si el hambre, o la rabia nos están halando, no permitamos que esas poderosas intrusas, añadan a nuestras vidas mal, más bien, miremos al Universo para que nos inspire desde las estrellas, desde la luz, desde lo positivo, para que podamos salir adelante de cualquier adversidad, pero siempre desde el bando de las personas tipo uno, esas que realmente inspiran al mundo.