Los medios chilenos se han puesto de acuerdo para vender la candidatura de José Antonio Kast como de “ultraderecha”, lo cual es absolutamente inapropiado desde un punto teórico económico, por cuanto el candidato ganador de la primera vuelta presidencial ha reiterado su posicionamiento a favor de la Pensión Básica Universal (PBU), el Ministerio de la Mujer, financiar Hipotecas con impuestos y del IFE (Ingreso Familiar de Emergencia) pero – Laboral – sin incentivar los comportamientos improductivos o de “free riders”.
Un chileno se puede pensionar con una PBU, que es un ingreso de jubilación mínimo para quienes no alcanzaron el mínimo de cotizaciones en su ahorro individual a lo largo de su vida laboral, así sea igual a cero su aprovisionamiento o falté muy poco para obtener una jubilación.
El cambio que propone Kast es virtuoso, en cuanto a que promueve la generación de riqueza a través de la renta de trabajo y la afiliación al sistema de pensiones, favoreciendo su sostenibilidad. A través de una modificación económica marginal, que no afecta en absoluto el componente social de las jubilaciones, logra de manera brillante estos objetivos.
Consiste en trasladar la PBU al margen mayor de la cotización individual, de suerte que, un jubilado con algún ahorro privado tendrá ese monto como parte de su ingreso pensional y vendrá a incrementar, en proporción a su cotización individual, la PBU con cargo a los impuestos. Al tiempo, las pensiones destinadas a personas sin ahorro previsional solo podrán equivaler a la PBU, por lo cual, los trabajadores cesantes, la mano de obra inmigrante, los laburantes en negro y los que han optado por el ocio, tienen un excelente incentivo para develar su ingreso laboral o iniciar su actividad de trabajo porque, aunque no llegue a tener una pensión, está podrá exceder la PBU con las cotizaciones que logré acrecentar.
Con el IFE sucede algo similar, por cuanto lo planea limitar al laboral, es decir, dirigido solo a quienes generen ingreso, bajo la misma óptica, de privilegiar a los ciudadanos que aportan en el proceso productivo, en lo que su programa de más de 200 páginas, denominado: “Atrévete Chile”, ha titulado como “gasto social focalizado”.
Un Estado más chico, un recorte del gasto público dirigido a la clase política (funcionamiento) y no a la inversión (gasto) social, una reducción gradual de impuestos y parafrasear a Milton Friedman diciendo que “una sociedad que sacrifica la libertad para alcanzar la igualdad se quedará sin la una y sin la otra” (Libre para Elegir, 1980), no gradúan a un candidato de Ultraderechista y mucho menos si a su antagonista lo califican como el aspirante de la izquierda o del centro izquierda. Estas categorizaciones empleadas por la prensa no aportan nada a un debate de ideas y mucho menos en sociedades tan fragmentadas como las latinoamericanas.
Los autores que han llevado al extremo las ideas del libre mercado como Rand, en “la virtud del Egoísmo” (1964), no admitirían de ninguna forma un sistema previsional como el de la PBU, o los que han demostrado teórica y empíricamente la ineficiencia técnica del gasto público, Von Misses o Musgrave, de ninguna forma recomendarían una Agencia Pública como el Ministerio de la Mujer, propia de gobernantes de Izquierda como Bachelet o CFK, que absorben enormes presupuestos públicos cuya fuente de financiación son los impuestos, es decir, el desconocimiento de la propiedad privada de la gente y no han generado ningún resultado en el bienestar, la seguridad y los ingresos de las mujeres.
Por lo anterior, Kast, no tiene un discurso ultraderechista y tiene derecho a ser mencionado como lo que es, a lo sumo, un candidato de derecha o, mejor, de centro derecha.