La memoria histórica hace parte del diario vivir, y cuando se retroalimenta pueden presentarse resultados negativos y positivos de acuerdo a quien lo quiera analizar. El dictador general Gustavo Rojas Pinilla se apropió del poder el 13 de Junio de 1953 y desbancó a la fuera a Laureano Gómez, pero un 10 de mayo de 1957 tuvo que entregarlo a una junta militar encabezada por los mayores generales Gabriel Paris y Deogracias Fonseca, el contralmirante Piedrahita Rubén y los brigadieres generales Navas Pardo Rafael y Luis Ordoñez, producto de las diferentes presiones de los políticos que habían perdido el poder y deseaban recuperarlo nuevamente, cundo en la dictadura sufrieron los rigores de tan anhelada de poder.
Lo que cuenta la historia era que los conservadores no laureanistas se unieron a los liberales para derrocarlo y Alberto Lleras Camargo y Laureano Gómez se reunieron el 24 de julio de 1956 en Benidorm y el 20 de julio de 1957 en Sitges para firmar un acuerdo politiquero de grandes magnitudes denominado “Pacto de Benidorm”, donde se repartían la “torta política” alternándose el poder cada cuatro años.
El inconformismo de la elite política desbancada no trajo lo que aparentemente pregonaron para justificar el golpe militar, por el contrario, el famoso “Bogotazo” del 9 de Abril, producto del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, sacó a la luz pública el descontento social, cuando solamente se enfocaron en acabar la violencia imperante de los liberales y conservadores y con ello perpetuarse en el poder como lo han logrado con el “Frente Nacional” y con uno que otro presidente no liberal ni conservador, pero de sus propias entrañas.
El conocido “Pacto bipartidista del Frente Nacional” lo gestaron los jefes políticos de los partidos tradicionales, que a pesar de que fueron los ideólogos del golpe militar, no aceptaron que se les fuese de las manos todo lo que encierra el poder y de esa manera firmaron el pacto anotado y se inicia el entramado con Alberto Lleras Camargo (1958-1962); Guillermo León Valencia (1962-1966); Carlos Lleras Restrepo (1966-1970) y Misael Pastrana Borrero (1970-1974).
- También puede leer: #Opinión | El cambio que busca Colombia
El legado que hemos heredado ya tiene sus consecuencias. Lo partidos tradicionales y los engendros de él, demostraron que son los culpables al máximo de los males que estamos viviendo, el pueblo así se expresó en las urnas y los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta a realizarse el 19 de junio del 2022, es una prueba de que ya el pueblo despertó y los cambios sociales no dan espera.
Colombia también se cansó de observar como la corrupción y el nepotismo se practica libremente y es inconcebible que las reformas están en el “yo con yo”, cuando tener un “diploma” de presidiario, o ex presidiario, es la mejor carta de presentación para acceder a cargos públicos o de elección popular y cuando por esos avatares de la justicia, la “pena” sancionatoria, les colocaba míseros meses de sanción, accedían a uno de sus familiares cercanos.
Lo que causa indignación es como los que dirigen el Estado hablan campantemente de erradicar la pobreza, disminuir la hambruna y muerte de niños por desnutrición, controlar la evasión, lograr trabajo digno, seguro y permanente, de manera especial el primer empleo para la juventud, aumentar la población de longevos en jubilación, dignificar el trabajo de nuestros campesinos con tierra, capital, semilla, insumos y comercialización, todo ello que no se ha dado, saturó a nuestros votantes y los resultados se esperaban.
- Le recomendamos leer: Opinión | No Equivocarse
Un hecho que es normal y se ha dado en nuestra juventud, también es la causante positiva de los sucesos políticos, la rebeldía de los y las infantes entre 18 y 24 años. Normalmente son irreverentes hacia lo correcto, intentan llevar la contraria a las normas existentes y son apasionados con los actos políticos que se salen del esquena tradicional que son asimilados fácilmente y ello no solo se dio en las elecciones, sino en los recientes paros que demostró que el problema de los jóvenes no solo es la educación, es el trabajo, la salud, el deporte, la recreación y la cultura. Esto demuestra que es un sector independiente y con altos criterios políticos y sociales a los cuales se les debe dar la importancia que merecen.
Lo que no queremos los colombianos con los nuevos candidatos es que se irradie y patente la violencia y la agresividad que hemos tenido por años, Desde el punto de vista psicológico, las dos vertientes son consideradas un problema de salud, donde el “homo sapiens”, busca a como dé lugar satisfacer sus necesidades y desenfocan en posiciones antisociales que son trasladadas a la población como ejemplos a seguir. El país requiere de cambios extremos…esperemos que el ganador cumpla con lo que está prometiendo.