Con el rugido ensordecedor de las hélices cortando el aire, los pilotos del helicóptero que partió del Batallón de Infantería de Marina Número 5 con rumbo hacia los Montes de María, revisaban las coordenadas donde seríamos recibidos para el cubrimiento de una nota periodística relacionada con el hallazgo de uno de los campamentos más grandes de la guerrilla de las Farc. A bordo iba yo acompañado del camarógrafo Gino Sánchez y el fotógrafo Santiago “El Chago” Pérez. Trabajábamos para CV Noticias y El Universal.
Jota Jota Verbel | Periodista
El helicóptero escoltado por otro fuertemente artillado se abrió paso desafiando la densa vegetación y el terreno accidentado que se extendía bajo nosotros. El objetivo era claro: documentar el campamento de alias «Karina», una comandante guerrillera de las FARC cuyo nombre resonaba con temor en toda la región, esa misma que había comandado el despiadado ataque contra la estación de Policías de Chalán, Sucre, donde fueron masacrados 12 uniformados y por primera vez se utilizó como arma de guerra a un burro al que cargaron con dinamita e hicieron explotar a su paso por la Estación de Policías.
Las tropas de la Infantería de Marina esperaban abajo y con bengalas de colores mostraron un punto seguro de aterrizaje, sin embargo fuimos impactados en dos oportunidades. Podíamos sentir la tensión en el aire. Los adiestrados pilotos maniobraron con destreza para sortear el fuego enemigo y encontrar un lugar seguro para el aterrizaje.
A pesar del traqueteo de las ametralladoras, el helicóptero descendió con precisión, dejándonos a pocos metros del terreno hostil, saltamos hacia adelante, siguiendo las instrucciones de los pilotos para evitar cualquier accidente con las aspas del rotor y ya en tierra firme, nos adentramos en el territorio de la guerrilla, donde la sombra de la muerte acechaba en cada rincón.
El paisaje estaba marcado por la desolación: cambuches destruidos, fogatas apagadas y pertrechos militares abandonados. Entre los restos de la huida apresurada de los guerrilleros, encontramos un macabro hallazgo: un cadáver enterrado a un metro bajo tierra, estaba vestido con uniforme de Policía pero después nos enteramos que era un guerrillero a quien le habían hecho un juicio recientemente.
El descubrimiento me hizo sentir un escalofrío por mi columna vertebral. Rápidamente, las tropas procedieron a desenterrar aquel cuerpo en descomposición, mientras nosotros documentábamos cada detalle con la lente de nuestras cámaras. El olor a muerte impregnaba en el aire, nos recordaba la brutalidad del conflicto que azotaba aquellas tierras.
Con el cadáver en el mismo helicóptero prácticamente a nuestras espaldas por cuestiones de espacio, emprendimos el regreso. La pesadez del cuerpo inerte entre nosotros era un recordatorio sombrío de las vidas perdidas en medio de aquella galopante violencia por el conflicto armado.
El regreso fue un silencioso trayecto marcado por la solemnidad. Mientras el helicóptero surcaba el cielo, llevando consigo el peso de la muerte, reflexionábamos sobre el deber de documentar la verdad, incluso cuando esta era tan brutal y desgarradora. Aquel día, en los Montes de María, habíamos sido testigos de la crudeza de la guerra, un testimonio que estábamos decididos a llevar ante el mundo a través de nuestras crónicas periodísticas para el Universal y CV Noticias.
Periodista de Radio, Prensa y Televisión con más de 30 años de experiencia | Apasionado por contar historias y llevar la verdad a través de los medios.