La organización de una ciudad es un proceso que no se logra de la noche a la mañana, mucho menos en una ciudad como Sincelejo, Sucre, donde varios de sus ex alcaldes están siendo procesados por actos de corrupción, ya que desviaban recursos públicos. Lo que ellos consideraban una «torta» la repartían entre la mayoría de aquellos que deberían co-administrar y hacer control político al alcalde de turno. Estos, en su mayoría, comían callados, mientras la ciudad se dirigía sin rumbo hacia el despeñadero.
Sincelejo es una ciudad de más de 300 mil habitantes, de los cuales más de 165 mil son desplazados por la violencia. Es decir, enfrenta una carga demográfica que no existía antes del 2000. A esta situación se sumó, hace unos cuatro años, el éxodo de venezolanos, lo que agravó aún más la situación. Es como si el mismo plato de comida, ya bastante insuficiente, tuviera que alimentar a muchas más bocas.
El 1 de enero llega el alcalde electo Yhair Acuña Cardales con la intención de solucionar en menos de un año la problemática de vieja data de nuestra ciudad capital, algo que resulta prácticamente imposible. Toma decisiones radicales que, lógicamente, molestan y afectan a muchas personas, especialmente a los trabajadores informales, que son el resultado de ser la quinta ciudad del país con la tasa de desempleo más alta.
El alcalde Acuña, con la intención de convertir nuestro centro de la ciudad en un espacio turístico y seguro, reubica a un gran número de vendedores informales que ocupaban el espacio público. Lógicamente, es imposible la reubicación inmediata de todos estos vendedores, más cuando, ante la propuesta de reubicación con apoyo económico, muchos que no se dedicaban a este oficio intentan ocupar los espacios públicos que los reubicados dejaban. Ante esto, la administración responde, y este hecho es aprovechado por los enemigos del alcalde para atacar su gestión.
Ahora bien, hay que reconocerle al alcalde Yhair Acuña su lucha contra las bandas criminales, como el “Clan del Golfo y los Norteños”, cuyos miembros hemos visto ser capturados y responder públicamente a las amenazas lanzadas por estos grupos contra la ciudadanía. Espero que, al final de su administración, con una gestión exitosa, logre contradecir a quienes lo hemos criticado, como es mi caso.
Ahora toca reconocer sus aciertos, como lo prometí cuando critiqué la contratación de hombres armados vestidos de negro para movilizarse por la ciudad. Así que seguiré honrando mi palabra mientras él siga cumpliendo la suya, trabajando por el mejoramiento de las condiciones de vida de los habitantes de nuestra ciudad capital y enfrentando a las organizaciones al margen de la ley que amenazan a la población.
Adenda 1: Ya Sucre tiene su merecido malecón. ¿Y para cuándo el de San Marcos? También se lo merece y está en mora, al igual que Majagual y Guaranda.
Adenda 2: Se acercan las elecciones y empiezan a aparecer quienes solo se acuerdan de darle la cara a la ciudadanía en época preelectoral. Esperamos que el pueblo no se siga dejando engañar por estos sinvergüenzas.