Francisco Santos terminará aspirando a la presidencia de la República, a pesar de no mostrar señales evidentes de hacerlo. La experiencia no se improvisa.
Si bien no sería del agrado de Álvaro Uribe que lo haga, es cierto que, a estas alturas de la vida, con una extraordinaria e inigualable trayectoria, Santos no necesita permiso de nadie para tomar esa decisión. Es distinto a recibir apoyo, el cual sí es necesario, pues se requiere la unión de un sinfín de fuerzas políticas.
Álvaro Uribe se imaginaría, en su inalcanzable ego, las vallas con «URIBE PRESIDENTE», en alusión a Miguel Uribe, quien, hasta por ese inmaduro detalle de apellido, parece moverle el cascabel a Álvaro Uribe. Este, aún creyendo que las elecciones son como escoger un caballo para montar en su finca, no se da cuenta de que la situación es mucho más compleja.
El exministro Fernando Londoño dijo: «Álvaro Uribe ya tiene tomada una decisión. Si la tiene, que la diga, que la exprese y nos economizamos todo este calvario. Será el que el presidente Uribe diga y, si ya tiene candidato –no candidata, al parecer– economizamos esta tarea.»
Uribe siempre habría tenido candidato en las supuestas convenciones, y todos los aspirantes del Centro Democrático se dejan arrastrar por ese estúpido juego. Ahora bien, si se hace una consulta popular abierta, con la Registraduría incluida, ¿Cuál es el miedo? Todos tienen la obligación de pararse firmes, porque no se trata de complacer los caprichos egocéntricos de Uribe, sino de pensar en el país de manera seria. De lo contrario, no hay posibilidad de enfrentar la tormenta que vivimos, sino, por el contrario, perpetuarla.
Uribe debe buscar su puesto como respetado ex presidente, pero no es dueño ni amo de nada. Sin gente, Uribe no es nada. La Gente es el pueblo, Francisco Santos, María Fernanda Cabal, Fico Gutiérrez, Paola Holguín, entre otros.
La encuesta de Miguel Uribe, el “peñalosista”, seguramente era conocida por Álvaro Uribe desde el principio. Que no venga a dar la imagen, como siempre, de que no sabe nada. Él sería el autor de todo este juego. Ese juego no va, porque el palo no está para cucharas. Así que los agachados del Centro Democrático deben pararse, pero no ante cualquiera, sino ante Álvaro Uribe.
Aquí, Uribe no es siquiera dueño de Centro Democrático, porque muchos han puesto su sudor y sangre para construirlo. Eso debe hacerse valer. No podemos seguir con la misma pendejada de esperar lo que diga Uribe; después, él se despacharía con su combo íntimo y, al final, con el clásico «yo pido disculpas porque me equivoqué», para luego tragarse sus palabras.
A Álvaro Uribe se le debe todo el respeto, pero el respeto debe ser mutuo, tanto hacia el país como hacia los militantes y camelladores de Centro Democrático. El expresidente Uribe le debe respeto a Francisco Santos, y no es solo de palabra, sino de acciones. Debe respetar su derecho a aspirar a la presidencia de la República por Centro Democrático, si así lo desea. Tiene todo el derecho de hacerlo. Aunque le recomendaría que no lo hiciera por Centro Democrático, eso debe ser respetado por Uribe.
La medición y escogencia no se da en las teatrales convenciones, sino en la calle. Que participe toda Colombia si así lo quiere. Al fin y al cabo, es toda Colombia la que termina eligiendo al presidente. La candidatura y presidencia de Francisco Santos, por el país, la pelearemos legítimamente contra quien sea necesario.
Quien haya estado apoyando causas del Centro Democrático también es dueño de él, muy a pesar del Zeus Uribe.