“…el que no le guste mi nombramiento, que se eche pomada para la rasquiñita…” Es posible que esa pomada se llame rascañol o petroñacasol.
Armando Benedetti acaba de aterrizar de Italia, donde dejó su puesto como embajador de Colombia ante la FAO. Este evento, en principio, podría haber pasado desapercibido, ya que las nóminas de las embajadas suelen ser manejadas por expresidentes y la élite del país. En muchos casos, los nombramientos no corresponden a personas con el perfil adecuado, sino que se asignan a individuos que deben cumplir compromisos personales, como terminar estudios, aprender otro idioma o realizar negocios en el extranjero. Estos cargos suelen ser temporales y se cambian cuando se cumple el objetivo personal.
Sin embargo, lo que el país no esperaba es que la llegada del polémico Benedetti fuera el detonante de una crisis interna en el Pacto Histórico. Los petristas más leales, aquellos con la charretera puesta, implosionaron ante lo que muchos consideraron un acto de normalidad en el gobierno, mientras que otros, al ingresar a una reunión con el presidente, salieron con la cabeza baja, murmurando: “Petro es el que manda… Petro es el presidente… Lo que diga Petro.”
El “síndrome de dar papaya” parece ser el sello de la administración actual. Recordemos la polémica “piñata” al inicio del gobierno, donde nombres como Alfonso Prada (ministro del Interior), exmiembro del Nuevo Liberalismo, Partido Liberal y Partido Verde; el conservador Guillermo Reyes (ministro de Transporte); y figuras como Iván Velásquez (ministro de Defensa), Cecilia López (ministerio de Agricultura) y Alejandro Gaviria (ministerio de Educación) fueron nombrados, generando controversia en cuanto a su alineación política con el Pacto Histórico. Todos ellos, con trayectorias diversas, integran el gabinete de Petro, lo que despertó críticas sobre las decisiones de nombramiento.
Pero la pregunta que ronda en los pasillos de la chismografía política es: ¿qué hay detrás del nombramiento de Benedetti? ¿Acaso existe un conflicto oculto que solo ellos conocen? Pues, Benedetti, al salir de la reunión con el presidente, exclamó con una sonrisa burlona: “…el que no le guste mi nombramiento, que se eche pomada para la rasquiñita…” Es posible que esa pomada se llame rascañol o petroñacasol.
El Concepto 135381 de 2022 del Departamento Administrativo de la Función Pública establece, en su Artículo 3, las funciones para el nivel asesor. Según este documento, Benedetti será responsable de “asistir, aconsejar y asesorar a los empleados públicos de la Alta Dirección del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República”, además de las tareas que le asigne el presidente para cumplir con los planes de desarrollo y los fines del Estado.
Para llevar a cabo esa noble misión, que también incluye fungir como enlace entre la Casa de Nariño y el Congreso —conociendo Benedetti bien los rincones y pasillos de esas dependencias—, el amigo cercano de Petro se embolsillará un salario mensual de más de 22 millones de pesos, más beneficios adicionales. Mientras tanto, los llamados «pura sangre» del Pacto Histórico, que esperaban obtener posiciones de poder y disfrutar de las mieles del histórico triunfo de la izquierda, ven cómo se esfuman sus esperanzas.
La desbandada de activistas y miembros del Pacto Histórico, quienes han sido parte de la historia política de Gustavo Petro, está causando frustración. Muchos de ellos, que presentaron hojas de vida con maestrías y doctorados, fueron ignorados en el proceso de selección. El mensaje del presidente, que les invitaba a aportar su experiencia, parecía una promesa vacía. Hoy, muchos se ven obligados a reclamar la devolución de sus hojas de vida y lamentan no haber sido tomados en cuenta.
El mensaje para los “seudo jefes vigorosos” es claro: no están, ni estarán, en la nómina. Tienen que entender que en política uno más uno no siempre es dos. A veces, puede ser cuatro o veinte. Y no siempre el torero va con su cuadrilla: muchas veces, se ve obligado a gobernar con el enemigo. Entre más cerca de ellos, mejor. Y si hay “embuchados”… mucho mejor.