Se acerca el acontecimiento más importante para los católicos: el nacimiento del niño Jesús. Es una bendición para los hogares y para el mundo entero la venida del Mesías, el verdadero Mesías que rescata a la humanidad del pecado.
En Navidad, casi por inercia, nos acercamos a lo material, olvidando lo verdaderamente importante: lo espiritual. Recordemos que Jesús es producto de lo espiritual, donde el embarazo de la Santísima Virgen María es obra y gracia del Espíritu Santo. Es allí donde debe reposar la disposición de nuestros corazones.
Alrededor de la oración debe girar la natividad de Jesús, acompañada de la alegría que, como humanos, ligamos al destello incandescente de la Navidad, con luces, cantos, encuentros familiares, reconciliación y la paz de nuestra alma. Quien no pone la Navidad a disposición de la paz, incluida la interior, se aleja del verdadero espíritu navideño, que no es más que regocijo espiritual.
El compartir es uno de los sentidos navideños. Compartir con los que nos necesitan y con los que necesitamos. Derribar barreras que siempre nos obstinamos en levantar, sin consideración con el otro, ni con nosotros mismos, porque hemos perdido el sentido de la tolerancia.
El mes de diciembre, con su jolgorio, facilita la disponibilidad de abrir nuestros corazones a ese reencuentro con Dios, que se refleja en nuestra actitud hacia el mundo. Lo difícil es mantener el espíritu navideño más allá de la temporada decembrina. Siendo esa la tarea a cumplir: mantenernos en esa apertura de solidaridad y bondad.
No olvidemos las condiciones en las que nació Jesús, convirtiendo esa remembranza en templanza frente a las dificultades, problemas y tristezas que por algún motivo podamos atravesar. Que ese sentimiento de humildad que representa el pesebre sea potenciador de las alegrías que nos embarguen, porque eso debe ser la Navidad: el regocijo de María y José por la llegada de Jesús, sin importar las adversidades.
«Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue» (Lucas 2,6-7).
Te cantamos alegremente, Jesús: «Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.» ¡Feliz Navidad!
Coletilla: Un ejemplo de sintonía con la gente lo dio el gobernador de Bolívar, Yamil Arana. Dispuso el aplazamiento de embargos durante diciembre por mora en impuestos. Si bien no soluciona todo, da un respiro a sus coterráneos.
Dijo el gobernador de Bolívar:
«La Navidad debe ser un tiempo de unión y alegría para las familias. Queremos que todos puedan disfrutar de estos días con tranquilidad, sin que las preocupaciones económicas opaquen la magia de la temporada.»



