Si existe un programa valioso en la Alcaldía de Sincelejo, presidida por Yahir Acuña, es Jóvenes de Paz. Es una esperanza de vida, un ejemplo de tenacidad por parte de todos los involucrados, y, ante todo, una concreción que otorga oportunidades a quienes han sido apartados por la sociedad. Vale la pena.
Jóvenes de Paz, programa alineado con la seguridad en Sincelejo, da resultados. Es lamentable que la zozobra tenga tantos intereses que buscan mantenerla. Sí, hay intereses; por ende, hay interesados en que los jóvenes no tengan oportunidades de superación.
No es un camino fácil de recorrer ni para los jóvenes del programa ni para las autoridades, en especial para el alcalde de Sincelejo, quien se ha comprometido a sacar adelante esta iniciativa.
Es tan valioso el programa que tiene talla internacional. Fácilmente, una vez expuesto fuera de las fronteras de Colombia, despertará un interés positivo como ningún otro, atrayendo un apoyo integral para este valeroso proyecto.
Son aproximadamente 1.500 jóvenes los que cobija Jóvenes de Paz, quienes, con orgullo, han tomado la decisión de apartarse del mundo de la delincuencia y todos sus pormenores, acogiendo la mano amiga que se les ha brindado. Es indiscutible lo beneficioso del programa. Por ello, la responsabilidad del estamento político —no solo de Sincelejo, sino también de Sucre— es apoyar decididamente esta iniciativa para que triunfe. El programa debe estar por encima de mezquindades politiqueras; por tanto, todos debemos unirnos en torno a este propósito liderado por el alcalde Yahir.
Así tenemos que actuar, empezando por el Concejo de Sincelejo, además de involucrar a la comunidad. También es necesaria la participación del departamento y de la Nación. A esto se le llama construcción de tejido social. Es lo mejor que está haciendo Acuña.
Si fracasa Jóvenes de Paz, no será más que el fracaso de todos como sociedad. Si triunfa —que es a lo que se debe apostar— entonces también será un triunfo colectivo. ¿Es difícil entender eso?
Jóvenes de Paz salva vidas, otorga herramientas para el estudio, el emprendimiento y el desarrollo integral. ¡Salva vidas, señores! ¿Es tan difícil participar en el compromiso de salvar vidas, señores concejales de Sincelejo, gobernadora, diputados de Sucre, presidente de Colombia y todos como comunidad? ¿Seremos tan egoístas que consideraremos salvar la vida de los jóvenes del programa solo como un logro de Acuña, dejándonos ganar por la mezquindad? Me resisto a creer que haya una opción distinta a apoyar la política de Jóvenes de Paz en Sincelejo.
Han asesinado a algunos jóvenes del programa, lo cual debe ser repudiado con valentía y al unísono. Las autoridades deben brindar la protección necesaria tanto a los participantes como a sus familias. Esta protección requiere, sí o sí, del apoyo del presidente Gustavo Petro.
«Somos unos jóvenes de bien, somos como todo ser humano, quizás hasta mejores personas que otros», afirma, contundente, un joven del programa apodado “El Sólo”, con una historia de vida conmovedora. Nuestro deber es cumplirles.
Si no nos unimos alrededor de Jóvenes de Paz, estaremos consolidando una sociedad fracasada y fallida. Pero si nos unimos, aunque sea para salvar a un solo joven —que estoy seguro no será solo uno—, entonces saldremos fortalecidos como sociedad. ¿A qué le apostaremos?



