“Ladran, Sancho, señal que cabalgamos”. Pa’ lante, Sincelejo va bien, aunque es necesario hacer ajustes. Con aproximadamente 360 mil habitantes, Sincelejo no tiene agua potable. Es urgente emprender la tarea de traer el vital líquido desde Magangué, ante la sobreexplotación del acuífero de Morroa.
Sin agua, Sincelejo no va para ningún lado. La distancia para traer el agua desde Magangué es de unos 80,51 km, lo que garantiza el suministro incluso en época de sequía. El costo del proyecto oscila entre 40 y 50 millones de dólares.
Con el alcalde Yahir Acuña liderando el proceso, se plantea organizar la iniciativa mediante el “Plan Padrino”, que consiste en estructurar un comité encargado de sacar adelante la obra, tanto en lo operativo como en lo financiero, con participación de la Nación.
Por supuesto, debe haber un “padrino” del equipo que responda directamente al alcalde, quien brindará todo el respaldo necesario. Este mismo Plan debe aplicarse al sector salud. Lo prioritario es garantizar el funcionamiento, prestación y ampliación de los servicios de salud, incluida la zona rural.
En articulación con la ESE San Francisco de Asís, se deben implementar los programas de salud pública. La Secretaría de Salud Municipal debe ejercer vigilancia y control sobre las entidades prestadoras de salud. No es pertinente dejar esa responsabilidad solo en manos de la Secretaría de Salud Departamental de Sucre.
Con la ampliación de la cobertura en salud, las brigadas médicas han quedado relegadas a un segundo plano. Por eso, la demanda inducida debe recuperar su importancia, siempre acompañada de una respuesta oportuna y eficiente en la atención médica.
La comunidad y la empresa privada deben involucrarse. Cada IPS pública debe contar con un “padrino” responsable de su funcionamiento, que no necesariamente tiene que ser el coordinador. Es un error ver a la ESE San Francisco de Asís y a la Alcaldía de Sincelejo (incluida la Secretaría de Salud) como entes aislados. Quien esté al frente de la Secretaría de Salud cumple un papel fundamental.
Jóvenes de Paz, el programa estrella de la Alcaldía, también debe tener su padrino. Son mil quinientos jóvenes que deberían estar dando conferencias incluso a nivel internacional, de la mano con la Organización de Naciones Unidas, basados en su proceso de transformación, al cual el alcalde Acuña le ha apostado todo.
El seguimiento, acompañamiento, protección e integración de estos jóvenes encuentra eco y respaldo en cualquier lugar del mundo. Todos estos programas son viables, pero el alcalde no puede hacerlo solo. Un verdadero equipo no es el que le brilla los zapatos, sino el que aporta. Incluso desde la divergencia de criterios, hay que echar pa’ lante Sincelejo.
El alcalde debe tomar conciencia de que cada día que pasa, su periodo se acorta. Hasta que llegue ese último día, cuando ya no podrá ingresar libremente a la Alcaldía, por mucho que su sucesor sea de su confianza. Aprovechar el tiempo que ahora juega en contra es indispensable. De lo contrario, como dice el dicho: el diablo será el partero.
La ley de la vida le impondrá un periodo natural de ausencia de poder, y ese momento no será fácil. Lo único que podrá soportar su legado serán las obras de impacto que logre realizar hoy.



