En el marco del Día Mundial del Cerebro, que se conmemora cada 22 de julio, expertos hacen un llamado a cuidar uno de los órganos más complejos y vitales del cuerpo humano: el cerebro. Responsable de funciones cognitivas, emocionales, motoras y sensoriales, su adecuado funcionamiento es esencial para el aprendizaje, la memoria, la toma de decisiones y, en general, para una buena calidad de vida.
“La salud cerebral es la base del bienestar integral. Cualquier alteración en su funcionamiento puede tener efectos directos sobre otros órganos y sistemas del cuerpo”, señaló Mariana Gaviria Carrillo, neuróloga y profesora de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad del Rosario.
Las enfermedades neurológicas se han convertido en una de las principales amenazas para la salud pública mundial. En 2021, estas condiciones fueron responsables de la pérdida de 443 millones de años de vida saludable por enfermedad, discapacidad o muerte prematura. Así lo revela el estudio Carga mundial, regional y nacional de trastornos que afectan al sistema nervioso (1990-2021), publicado por la revista The Lancet Neurology, que posiciona a los trastornos neurológicos como la principal causa de carga global de enfermedad, incluso por encima de las cardiovasculares.
Según ese mismo informe, 3.400 millones de personas —el 43 % de la población mundial— vivían en 2021 con alguna condición neurológica.
Entre las afecciones que más contribuyen a la pérdida de salud cerebral figuran: el accidente cerebrovascular (ACV), la encefalopatía neonatal, la migraña, el Alzheimer y otras demencias, la neuropatía diabética, la meningitis, la epilepsia, las complicaciones neurológicas del nacimiento prematuro, el trastorno del espectro autista y los cánceres del sistema nervioso.
“La mayor carga global corresponde al ataque cerebrovascular, medido en años de vida ajustados por discapacidad (AVAD)”, explicó la doctora Gaviria.
Ante este panorama, la especialista insiste en la necesidad de enfocar los esfuerzos en la prevención, teniendo en cuenta que muchas de estas enfermedades no tienen cura y que, en muchos lugares, el acceso a la atención médica especializada es limitado.
“Comprender los factores de riesgo modificables es fundamental. Por ejemplo, controlar la hipertensión puede prevenir hasta el 84% de los casos de ACV. Mantener niveles adecuados de azúcar en sangre podría reducir un 15% los casos de demencia, y evitar la exposición al plomo reduciría hasta en un 63% los casos de discapacidad intelectual idiopática”, indicó la experta.
Entre otras medidas preventivas también destacan la reducción del tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol y la exposición a la contaminación del aire, especialmente en espacios cerrados.
En esta fecha, la comunidad médica y científica insiste en que proteger el cerebro no es solo tarea del sistema de salud, sino un compromiso personal y colectivo. Adoptar hábitos de vida saludables, como una buena alimentación, actividad física regular, control del estrés y chequeos médicos oportunos, puede marcar la diferencia para garantizar un envejecimiento con bienestar y autonomía.



