Cada tres segundos una persona es diagnosticada con demencia en el mundo, y la más frecuente de todas es el Alzheimer, un trastorno neurodegenerativo que hoy afecta a entre 55 y 60 millones de personas en el planeta. La enfermedad, que no tiene cura, conduce a la muerte en un periodo de entre 3 y 10 años posteriores al diagnóstico.
El 21 de septiembre, en el Día Mundial del Alzheimer, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la comunidad internacional recuerdan los enormes retos que esta condición plantea a pacientes, familias y sistemas de salud.
“Actualmente, se estima que entre 55 y 60 millones de personas viven con esta enfermedad en el mundo”, explica Leonardo Palacios, profesor de neurología de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad del Rosario.
El Alzheimer se manifiesta con pérdida de memoria reciente: conversaciones olvidadas, preguntas repetidas, desorientación y dificultad para manejar dinero o tomar decisiones. Con el avance de la enfermedad, los pacientes pueden llegar a no reconocer a sus familiares, sufrir alucinaciones, incontinencia e incluso convulsiones.
A nivel cerebral, se asocia con la acumulación de placas de beta amiloide y proteína TAU, que deterioran las neuronas. El diagnóstico se confirma con pruebas clínicas, estudios de imágenes y, en algunos casos, análisis de líquido cefalorraquídeo.
Existen dos tipos de Alzheimer: la familiar, de origen genético y aparición temprana (menos del 5% de los casos), y la esporádica, la más común, vinculada al envejecimiento, factores ambientales y predisposición genética.
Aunque no existe forma de prevenirlo totalmente, la evidencia demuestra que ciertos hábitos reducen el riesgo:
- Mantener actividad física regular.
- Evitar el consumo de tabaco y alcohol.
- Fomentar la reserva cognitiva mediante educación, lectura y socialización.
- Controlar enfermedades cardiovasculares como hipertensión, obesidad y diabetes.
En Colombia, cuatro medicamentos —rivastigmina, donepecilo, galantamina y memantina— están disponibles para frenar la progresión en etapas tempranas. En países como Estados Unidos ya fueron aprobados fármacos innovadores como lecanumab y donanemab, que han mostrado eficacia en fases iniciales, aunque aún no se encuentran disponibles en el país.
Además de los medicamentos, las estrategias no farmacológicas son fundamentales: terapias de estimulación cognitiva, ejercicios guiados y apoyo psicosocial para pacientes y cuidadores.
“El papel de la familia y cuidadores es esencial. En muchos casos, la enfermedad se desarrolla en parejas de adultos mayores en las que uno se convierte en cuidador del otro, lo que requiere apoyo emocional, social y, en ocasiones, asistencia profesional o institucional”, advierte el profesor Palacios.
El Alzheimer no solo borra memorias, también pone en jaque a los sistemas de salud y a millones de familias en todo el mundo. La conmemoración global es un recordatorio urgente: la lucha contra esta enfermedad requiere ciencia, cuidado y solidaridad social.



