El reconocido neurocirujano y columnista de este portal falleció este lunes como consecuencia de una aneurisma abdominal. Su legado científico, su calidad humana y su compromiso con la verdad médica dejan una huella imborrable en Colombia.
724 | Noticias se une al profundo dolor que embarga al país por la partida del doctor Remberto Burgos de la Espriella, uno de los más brillantes y queridos neurocirujanos de Colombia. Su fallecimiento deja un vacío imposible de llenar en la medicina, en el pensamiento crítico y en el periodismo científico, campos que él honró con pasión, ética y sabiduría.
Su última columna, titulada Eutanasia infantil: un derecho regulado por la Corte Constitucional publicada ayer en este portal, fue, sin saberlo, un cierre magistral de la mente lúcida que tanto aportó al debate público y a la conciencia nacional. En ella, el doctor Burgos volvió a hacer lo que mejor sabía: enseñar, reflexionar y provocar pensamiento, con la serenidad del científico y la sensibilidad del humanista.
Nacido en Buenos Aires Argentina, criado en el departamento de Córdoba y radicado en Bogotá, Colombia, Remberto Burgos de la Espriella fue miembro de Número de la Academia Nacional de Medicina, miembro Honorario de la Academia de Medicina de Cartagena y presidente honorario de la Federación Latinoamericana de Neurocirugía. También presidió la Asociación Colombiana de Neurocirugía, consolidándose como una autoridad indiscutible en su especialidad.
Autor de varios libros, maestro de generaciones de médicos y comunicador innato, Burgos combinó la rigurosidad científica con una profunda vocación de servicio. Su carisma y sencillez lo hicieron cercano incluso para quienes nunca fueron sus pacientes, pero aprendieron de él a través de sus palabras y su ejemplo.
Durante los últimos meses, su voz fue guía y consuelo para miles de colombianos que siguieron sus análisis sobre el caso del exsenador Miguel Uribe Turbay, explicando con precisión y empatía los aspectos médicos de una situación que conmovió al país.
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Mensajes de condolencia y reconocimiento
El gobernador de Córdoba, Erasmo Zuleta Bechara, lamentó su partida con palabras que resumen el sentir general: “Nuestro departamento, y el país, pierden a un gran hombre, pero sobre todo a un gran profesional de la medicina. Un hombre de gran sensibilidad humana, quien nunca dudó en atender una consulta de quienes no podían llegar a ser sus pacientes.”
El expresidente Álvaro Uribe Vélez también se refirió al fallecimiento: “Dolor muy grande nos alberga con el fallecimiento del Doctor Remberto Burgos de la Espriella, médico, científico, ser humano insuperable, patriota de todas las horas.”
Las redes sociales se inundaron de mensajes de gratitud de pacientes y colegas. Uno de ellos escribió:
“Hoy falleció el médico que salvó mi vida, el que me siguió cuidando cada seis meses, hasta siempre mi queridísimo Doctor Remberto. Dios lo tenga en su Santa Gloria.”
- Su legado: ciencia con alma
El doctor Leonardo Palacios, ex decano de Medicina de la Universidad del Rosario, destacó que Burgos fue un referente en el tratamiento de aneurismas cerebrales, con más de mil operaciones exitosas a lo largo de su carrera. “Era un hombre feliz, sencillo, apasionado por enseñar y profundamente humano”, expresó.
Su voz también fue indispensable en el debate público. En sus columnas, no temía cuestionar decisiones políticas o científicas cuando creía que comprometían la verdad o la salud pública. En una de sus últimas intervenciones, titulada “Es un acto vandálico”, respondió con argumentos al presidente Gustavo Petro sobre la eficacia de las vacunas, defendiendo el rigor científico por encima de las ideologías.
- Un adiós con gratitud
724 | Noticias despide a uno de sus colaboradores más queridos y respetados. Cada texto suyo fue un espacio de conocimiento y reflexión, pero también de esperanza y fe en el poder transformador de la medicina. Hoy, la dirección y equipo de redacción de este medio y sus lectores se unen en un abrazo solidario a su esposa, María Stella, a sus tres hijos y a toda su familia.
Su legado no muere: permanece en cada mente que formó, en cada vida que salvó y en cada palabra que escribió. Paz en su tumba, doctor Burgos. Gracias por tanto.



