El libre pensamiento es la libertad de una nación. En aras de esa libertad, me permito evidenciar una vez más el despelote tipo hecatombe que sacude a la derecha colombiana, en vísperas de las elecciones presidenciales.
Si bien las últimas encuestas colocan de puntero en la general a Iván Cepeda, del Pacto Histórico —que puede terminar siendo Roy Barreras—, también lo es que está casi solo en el escenario, por la falta de alineamiento en la derecha. Una derecha que no encuentra su rumbo, dormida en los laureles, sin entender que esto cambió y bastante.
El liderazgo del presidente Álvaro Uribe es innegable, mas no es el mismo de hace años. Hay un desgaste natural que no le permite, unilateral y omnipotentemente, colocar presidente. La derecha, si quiere presidente y no entregar el país a un punto de no retorno, debe entender que los que están no han logrado tocar las fibras del electorado colombiano, menos incentivar unión en el derechista propósito presidencial. Partiendo de esto, nadie puede declarar a estas alturas las puertas cerradas para que ingrese un ganador derechista a la contienda, con las cualidades de preparación, carisma, unión, votos, despojado de egos y, ante todo, garantía de preservación de la democracia colombiana, que está en juego y muchos creen que es juego.
Allí es donde se va a medir la grandeza del expresidente Álvaro Uribe: si es capaz de entender y materializar que no se trata de nombres y particulares intereses, sino de un país. La herramienta primera es declarar que las puertas no están cerradas para lograr el objetivo, porque si, por mecánica electoral e inventado respeto a unas supuestas reglas tercamente inamovibles en la elección de candidato presidencial —al menos del Centro Democrático—, se prefiere el suicidio político, entonces la preocupación por Colombia no existe. Reitero: después de ojo afuera, no hay Santa Lucía que valga. La historia no los perdonaría jamás.
¿Por qué no pensar en Francisco Santos como fórmula presidencial? Tiene votos, reconocimiento, techo alto para crecer, conoce el país, experiencia administrativa, excelentes relaciones internacionales y buenas dentro del Centro Democrático; es respetuoso de los acuerdos, es de centro derecha, lo que facilita el acercamiento de otras fuerzas electorales; se deja hablar, está comprometido con la seguridad, tiene carisma, no barreras; es un punto de encuentro.
Entonces ¿por qué no? ¿Hay algún veto en el Centro Democrático hacia él? Dejarlo e invitarlo a participar de la contienda electoral es beneficioso para todos; una vez en el ruedo, sea la decisión de la gente la que prevalezca. Un no rotundo a su participación es negarse la oportunidad de ganar y conservar el país. Además, arrastra el deseo de ver lo que no hemos visto: una presidencia de Francisco Santos, donde gran parte del país se quedó con las ganas, que hoy es la ocasión de concretar.
Como dijo un votante: “Francisco Santos es un candidatazo”. ¿Nos lo vamos a perder por no poder estar por encima de nuestros egos? Invítenlo a participar, que el resto llega por añadidura. Después no vengan con el eterno cuento del gallo capón de “nos equivocamos”. Expresidente Uribe, ¿en verdad cree que la izquierda está jugando?



