Una investigación global liderada por la prestigiosa revista Lancet Psychiatry y con la participación de la Universidad del Rosario ha lanzado una advertencia alarmante: las personas con enfermedad mental grave mueren entre 13 y 20 años antes que el resto de la población. La razón no es la enfermedad psiquiátrica en sí, sino una serie de problemas de salud física completamente prevenibles.
El estudio, que incluyó a expertos de 12 países, desde Australia hasta Colombia, revela que el 70% de estas muertes prematuras se debe a afecciones como problemas cardiovasculares, metabólicos y respiratorios, directamente ligados a hábitos como el sedentarismo, el tabaquismo, la mala alimentación y los trastornos del sueño.
«Queríamos encontrar soluciones que realmente funcionen en países de bajos recursos», explica Miguel Gutiérrez, profesor del Programa de Psicología de la Universidad del Rosario, quien participó en la investigación. «El informe se enfoca en intervenciones de bajo costo y alto impacto que no se queden en el papel».
El estudio propone un cambio radical en la forma de abordar esta crisis, lejos de las costosas soluciones de los países ricos. La clave, según los hallazgos, está en potenciar a las comunidades y las familias para crear redes de apoyo.
Las principales recomendaciones se centran en cuatro ejes de intervención:
- Actividad física: Promover el ejercicio adaptado a cada contexto.
- Nutrición: Fomentar una alimentación saludable y sostenible.
- Cesación del tabaquismo: Ofrecer apoyo para dejar de fumar.
- Mejoramiento del sueño: Enseñar hábitos para un descanso reparador.
La investigación enfatiza la necesidad de involucrar a familiares, líderes comunitarios y grupos de pares para superar las barreras sociales y económicas que a menudo impiden a los pacientes adoptar hábitos saludables.
En Colombia, la situación no es diferente. El tabaquismo, la falta de ejercicio y los efectos secundarios de los medicamentos son factores que reducen la esperanza de vida. Además, el problema se agrava por las inequidades sociales y económicas que limitan el acceso a una vida sana.
«La salud mental no puede ser responsabilidad única del Ministerio de Salud. Requiere una respuesta social y comunitaria», concluye el profesor Gutiérrez. «Invertir en programas comunitarios es mucho menos costoso que tratar enfermedades crónicas avanzadas. Cuidar la salud física de las personas con trastornos mentales no es un extra, es una necesidad urgente si queremos cerrar la brecha de vidas perdidas».



