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En el 2024 Sucre supera los 50 asesinatos.
- Desde 2022 Ucrania y Rusia están en guerra.
Son muchos años y vidas perdidas en la guerra entre Israel y Palestina. Así continuaremos en la estupidez de matarnos unos a otros, siendo que la consigna es amarnos unos a otros. No cabemos en el mismo planeta donde hay espacio de sobra para todos. Si, para todos, pero la envidia, el egoísmo se imponen, siendo más grandes que el inexplorable universo.
Vamos perdiendo nuestra esencia por la ambición. ¿Qué es lo que tanto ambicionamos? ¿Para qué queremos más? El final es el mismo para todos. Si, para todos.
¿Quién no va al baño? Allí en ese sitio queda expuesta toda nuestra vulnerabilidad e igualdad. Independiente de la vestimenta, costumbres, poder, lujo, importancia de VIP, todos vamos al baño. Si, todos. ¿Entonces cuál es nuestra infinita arrogancia?
Si eres presidente, eres humano, así como escobita o sicario, tu condición humana es irrenunciable. La cargarás por siempre, aún muerto, porque serás un muerto humano.
¿Cuál es el poder por el que los humanos matan? No es más que el sometimiento al más débil, bajo la primicia insaciable de la inexistente superioridad que la aterriza en el baño, haciéndolo mejor que el cementerio. La lástima y misericordia hacen parte de ese someter al otro. ¿Qué podemos esperar de un mundo primitivo, incipiente, imperfecto, de mente finita como el terráqueo? Nada.
Nuestro atraso y sed de sangre en la arena está dado por la existencia del dolor, el tiempo, la distancia y la muerte. En un mundo avanzado estos ítem están borrados.
El hambre enmarca el dolor; aún los animales al sentir ese dolor, deben saciar su vulnerabilidad y destruir al otro. Toda saciedad lleva implícita la destrucción de alguien.
Haciendo alarde a la primitiva superioridad, que queda expuesta en el baño, este artículo es para personas inteligentes, porque los de ínfima capacidad mental no están preparados para esta discusión, que aún los inteligentes se ven a gachas. Creo es momento de ir al baño.
Todos lo sabemos, tenemos clara la fragilidad, pero la incomoda careta de la supremacía es el atuendo que nos place usar, porque produce en el otro sometimiento y miedo. Lo único cierto es que no somos capaces de aceptar nuestra vulnerabilidad, por eso somos grandes cuando bajo cualquier pretexto y mimetismo atropellamos en cadena.
Más de uno que lea está nota, alcanzará a reconocer que es verdad, pero para efectos de la vida, no hará nada. Todo seguirá igual o peor, porque hacer al respecto no es rentable económicamente (aparecieron las llaves) que es lo que importa. Ciao Bambino, no tienes nada más que material para depositar en tu único banco, el baño.