Mancuso es un criminal de los más atroces que pueda haber sobre la faz de la Tierra. Él lo sabe. No se le escaparon ni los animales. Crímenes en su haber hay de toda índole. No es solo triste, es vergonzoso. De esas vergüenzas que acongojan el alma. Los crímenes de Mancuso son impagables. Van más allá de esta vida. Sembró terror, muerte y desolación. Esas atrocidades no tienen justificación alguna, ni en la más justificada guerra.
El presidente Petro tiene al otrora «poderoso» asesino —que quedó solo en asesino, sin poder— cual perro faldero con collar a la mano. Pretende Petro, más que el propio Mancuso, asustar y acribillar a todo el que se le atraviese, azuzando a Mancuso.
Sepan Mancuso y el mismo Petro que hagan lo que hagan, se les garantiza que, en el particular caso de Francisco Santos —que es la única razón de ser de esta columna—, no hay miedo ni nada que ocultar. Los que crearon y maniobraron máquinas de muerte fueron ellos.
Es absurdo intentar equiparar al asesino Mancuso con el libertador de secuestrados y defensor de los derechos humanos reconocido internacionalmente como Francisco Santos, quien, además, en buena hora veremos posesionarse como presidente de Colombia 2026-2030, por mucho Mancuso que le manden para que lo muerda.
Si Francisco Santos alguna vez se vio con el criminal Salvatore, solo lo haría bajo la potestad que otorga el ser periodista, o en alguna misión humanitaria como defensor de derechos humanos, ante tan diabólico individuo.
¿A quién en la Tierra se le ocurre señalar a Francisco Santos de una masacre? A nadie. Ni a sus enemigos más acérrimos. Eso es lo que hizo Mancuso: masacrar a la gente. Jamás podrá tener validez la criminal indilgación a Francisco Santos de promotor de masacradores. ¡Jamás! Mancuso, asesino. Francisco Santos, defensor de la vida y la libertad.
Petro y Mancuso: busquen otra distracción llena de maldad dantesca y desequilibrio mental, distinta a Francisco Santos, porque ni se deja ni lo dejamos —dentro de los parámetros de la ley— someter a tan criminal maltrato a un ícono de la libertad.
Bastantes secuestrados hoy tienen vida y libertad gracias al compromiso de Francisco Santos, mientras guerrilla y paramilitarismo repartían sangre, muerte y destierro. Pruebas contra la guerrilla y el asesino Mancuso sí hay. Contra Francisco Santos, nunca habrá. Nunca, porque no existen. Así se haya tomado un café con el hampón Mancuso —que, gracias a Dios, no lo envenenó.
Francisco Santos será presidente 2026-2030, así les arda. Ahí sí comenzará la verdadera lucha contra la desigualdad, usando el arma del sentido y sentir social. Eso sí es paz. Es lo que viene. Ese es el miedo que tienen.
Francisco Santos no tiene la culpa del desperdicio de poder que tuvo Petro y que dejó ir por el tubo. Que Petro aprenda que nadie se baña en el mismo río dos veces, como tampoco los que están más sucios que un rancho solo se van a limpiar las uñas con la honradez de Francisco Santos. ¡RESPETEN!



