En medio del ruido digital y la sobrecarga de contenidos vacíos, avanza una amenaza silenciosa que está erosionando los cimientos de la democracia: el auge de los pseudoperiodistas y “creadores de contenido” que se disfrazan de reporteros para manipular, no para informar. Y lo peor: hay quienes los aplauden y hasta les pagan.
Mientras el periodismo auténtico se sostiene con dignidad en medio de crisis económicas, presiones políticas y amenazas, aparecen personajes con celular en mano, seguidores comprados y cero ética. Convierten la propaganda en noticia, la opinadera en reportería, y el servilismo en narrativa editorial. No informan: intoxican. No educan: confunden. No fiscalizan: se arrodillan.
Y aquí viene lo más grave: algunos sí son periodistas titulados, pero se olvidaron de la ética tan pronto descubrieron que pueden vivir de la pauta fácil. Basta con tener una página en Instagram y ya se creen directores de “medios”, vendiendo espacios a cualquier político que quiera figurar en redes. ¿La misión? Que lo vean. ¿La calidad? Irrelevante. Lo que importa es la cantidad: que lo compartan, que lo comenten, que lo aplaudan… aunque no haya nada que aplaudir.
Así proliferan páginas con logos reciclados y nombres que emulan grupos criminales, sin responsables visibles, llenas de “noticias” sin fuentes, sin contexto, sin una pizca de rigor. Eso sí: siempre con la foto del funcionario de turno en primer plano. Piden pauta, OPS, cobran caro, y entregan humo. Como si el número de likes sustituyera la verdad.
Y los políticos lo saben. Saben que les conviene el periodista dócil, el que pregunta y publica solo lo que ellos quieren. Saben que no es rentable invertir en medios serios cuando pueden llenar su agenda digital con aduladores que por un par de pesos les limpian la imagen con filtros.
Todo esto ocurre mientras el periodismo serio, el de verdad, sigue siendo atacado y hasta criminalizado. Porque hoy en Colombia se castiga al que incomoda, al que investiga, al que cuestiona el poder. El periodista valiente, el que madruga, el que va a terreno, el que denuncia, es el que más pierde. El que más arriesga.
Y mientras tanto, portales que hace un año vendían rifas o promocionaban fiestas, hoy se presentan como «referentes de información». Se camuflan, se arriman al poder, andan detrás de funcionarios como groupies con micrófono, y luego suben cualquier basura “informativa” para justificar la pauta. Roban la plata pública y engañan a los ciudadanos.
Desde Asociaciones serias de periodistas el llamado es a que ¡respeten el periodismo! Respeten a quienes han hecho de esta profesión un acto de coraje. Respeten a quienes aún creen en el periodismo que incomoda, el que desenmascara, el que hace temblar a los corruptos. Respeten el oficio, no lo contaminen con espectáculos pagados y titulares vendidos al mejor postor.
A la ciudadanía: infórmese con medios responsables, con periodistas que den la cara, que tengan trayectoria, que tengan nombre y voz. No se deje engañar por cuentas fantasmas, influencers oportunistas o “periodistas de ocasión” que se inventan medios para facturar con la mentira porque si no defendemos el periodismo hoy, mañana no habrá quien nos defienda a nosotros.