El ex fiscal general rompe con el Gobierno y denuncia una “cooptación del poder judicial y político”. Asegura que llevará el caso a tribunales internacionales y advierte traiciones dentro del Palacio.
La política colombiana amanece sacudida. Eduardo Montealegre, ministro de Justicia y ex fiscal general de la Nación, presentó su renuncia irrevocable al cargo en una carta que ha desatado una tormenta política en el Palacio de Nariño y en todo el espectro institucional.
En el documento, Montealegre expresa su “profunda indignación” por lo que calificó como un “prevaricato del Tribunal de Bogotá” al absolver al expresidente Álvaro Uribe Vélez. El exministro sostiene que la decisión constituye “un ilícito avalado por el establecimiento” y acusó al sistema judicial de estar “cooptado por sectores corruptos y aliados del paramilitarismo político”. “Una sola razón motiva mi retiro: la profunda indignación por el prevaricato en que incurrió el Tribunal de Bogotá al absolver a un criminal de guerra, un corrupto: Álvaro Uribe Vélez”, escribió Montealegre en su carta.
La renuncia de Montealegre se produce en medio de fuertes tensiones internas en el gabinete, especialmente con el ministro del Interior, Armando Benedetti, y con el procurador general, Gregorio Eljach, quien recientemente le abrió una investigación por presunta participación en política.
Fuentes cercanas al alto gobierno revelaron a medios de comunicación que la relación entre Montealegre y Benedetti se encontraba “irreconciliable” desde hace semanas, y que su dimisión podría precipitar una crisis ministerial. Montealegre no ahorró críticas al señalar que la Procuraduría está “aliada con el abogado mafia” y que “forma parte de la clase política más corrupta del país”.
Añadió que su salida busca darle “total libertad” para acudir a tribunales internacionales y denunciar la “impunidad sistemática” de los crímenes atribuidos a Uribe. El Tribunal de Bogotá absolvió recientemente al expresidente Álvaro Uribe Vélez en el proceso por presunta manipulación de testigos, una decisión que Montealegre calificó como “un atentado contra el Estado de Derecho”.
El exministro fue reconocido como víctima dentro del expediente judicial, luego de que se investigara un supuesto intento de soborno de Diego Cadena a la ex fiscal Hilda Niño, con el propósito de incriminarlo a él y al ex vicefiscal Jorge Perdomo.
Pese a la absolución, Montealegre insistió en que retomará su papel como víctima para “evitar que los crímenes de lesa humanidad queden impunes” y que llevará su caso “ante instancias internacionales”.
En el cierre de su carta, Montealegre le agradeció al presidente “la confianza” y reafirmó su respaldo al proyecto de “Asamblea Constituyente”, al que considera “el único camino para derrotar el establecimiento y la nueva gobernanza paramilitar”.
Con un tono enigmático, el exministro cerró su misiva con una frase que resuena en el ambiente político: “Cuídese mucho: en Palacio hay traidores que acechan con dagas peligrosas”.
La renuncia de Montealegre no solo representa una fractura dentro del Ejecutivo, sino que reaviva las tensiones entre el Gobierno, el uribismo y el poder judicial. Analistas consultados por 724 Noticias advierten que el ex fiscal podría convertirse en una voz opositora desde la orilla del progresismo judicial, impulsando la narrativa de “renovación del sistema de justicia” y “constituyente contra la impunidad”.
Mientras tanto, el presidente enfrenta la presión de recomponer su gabinete y contener una crisis política que podría escalar en el Congreso y en la opinión pública.



