En Cartagena de Indias todo el mundo juega a ser santo… hasta que uno se atreve a prender la luz. Y cuando eso pasa, más de uno queda en evidencia. Porque esa ciudad, que se vende como “Heroica”, sigue moviéndose al ritmo del chisme bien pagado, el micrófono alquilado y la moral tercerizada. Y basta con decir un par de verdades para que ciertos “periodistas” que comen de la teta pública se retuerzan como si los hubieran descubierto en plena faena. Pues bien: los descubrimos. Y les dolió.
La capital del departamento de Bolívar típicamente se mueve alrededor del chisme, las especulaciones, las intrigas, el qué dirán, la difamación, la puñalada trapera y el clientelismo político.
Estos dos años de las administraciones de Dumek Turbay Paz y Yamil Arana Padauí han puesto a la luz el modus operandi de parte del periodismo local y nacional, en donde la pauta y las órdenes de prestación de servicio (OPS) estarían relacionadas con el mutismo cómplice frente a todas las denuncias acerca de diferentes actuaciones provenientes de dependencias y contratistas de la Alcaldía de Cartagena y la Gobernación de Bolívar.
Lo anterior se hace relevante debido a que, mientras esa reserva era común respecto a las irregularidades dentro de la gobernación de Vicente Blel Scaff, muchos de esos medios no medían con el mismo racero las actuaciones de la administración del exalcalde William Dau Chamat, a quien no le dejaban pasar nada.
En mayo del año pasado publiqué la columna ‘Las comunicaciones de Turbay y Arana’, en donde develé una lista de comunicadores sociales, dueños de portales, locutores, columnistas o sus familiares con contratos con las administraciones Turbay y Arana. Por otro lado, en un trino, expuse los contratos de Álvaro Anaya Díaz, director del programa radial ‘Después de las Noticias’.
La revelación, en vez de haber sido una oportunidad para autoevaluarse, desató la ira de varios de los implicados. Algunos lo hicieron en privado, mientras otros de manera pública en redes sociales o en plataformas de mensajería instantánea, lo cual di a conocer en mi nota ‘Periodismo contrapoder en Cartagena y Bolívar: QEPD’. Ahí mencioné a Germán Teherán Montes, director de ‘La Verdad & Punto’, quien divulgó un panfleto digital difamatorio dirigido a mí, el cual estaba repleto de imprecisiones. Lo que ahí se decía era tan absurdo que ni siquiera quise interponer una acción legal en su contra.
Parece que sigue dolido, ya que la anterior no ha sido la única ocasión en la que Teherán Montes me ha mencionado, pese a que dice que no soy nadie importante. Lo llamativo es que, contrario a lo que se esperaría de cualquiera que se haga llamar periodista, no ahonda en las denuncias que he hecho con pruebas y nombres propios para así corroborarlas o desmentirlas. A falta de argumentos y rigurosidad, se ha dedicado solo a poner en tela de juicio la posible motivación de estas mediante el uso de conjeturas. Flaco favor se hace al exponerse de esa manera frente a su propio gremio.
Durante la sesión del programa ‘Después de las Noticias’ del 12Nov2025 (a partir del minuto 49), en la que participaron Euclides Castro, Álvaro Anaya y Germán Teherán, este último me mencionó una vez más, secundado por Anaya, por supuesto. Ambos me dedicaron casi quince minutos.
El tema era dizque el dolor de cabeza que deberá generarle a los precandidatos a la Alcaldía de Cartagena las fiestas de noviembre organizadas por la administración Turbay este año. A los que supongo les habrá quedado doliendo la cabeza sería a Teherán y a Anaya luego de esa ‘sesuda e interesante’ disertación.
Confieso que fue difícil oír tanta basura junta varias veces. Sin embargo, no tenía otra opción, ya que debía tomar notas para escribir esta columna. Puede notarse fácilmente que el tema propuesto por Teherán no era más que una excusa para traer mi nombre a colación y, de paso, aprovechar para crucificar a Castro por haberme entrevistado en su podcast ‘Penúltima Palabra’.
Germán Teherán afirmó que yo era amiguísimo de Castro, a lo que este último le aclaró que no había tal cercanía y que la motivación de dicha entrevista se debía a que los demás periodistas afines a la administración Turbay no me abrían el micrófono pese a la relevancia y gravedad de las denuncias.
Teherán redobló la apuesta y en tono condescendiente le dice a Castro, parafraseándolo, que a este se le había olvidado aplicar las cinco preguntas para configurar una noticia. Y que si hubiera evaluado el ‘quién’ habría concluido que yo «no cabía en la entrevista», dando a entender que yo no era alguien relevante. Anaya pareció asentar con su silencio. Castro le recordó a Teherán que incluso habría un director de un medio cercano a la administración Turbay que quería que me postularan para un cargo, a lo que Álvaro Anaya preguntó que si el alcalde Turbay o los concejales habían propuesto mi nombre.
La respuesta corta para Anaya es: no. Pero, habrá que refrescarle la memoria con dos hechos. El primero es que el entonces candidato Dumek Turbay dijo públicamente en julio y agosto del 2023 que deseaba repatriarme (leer mi respuesta en “La ‘Iglesia Dumekista’: Totalitarismo vestido a lo Mahatma Gandhi”). El segundo es que Anaya olvida que él mismo solía leer varias de mis columnas en su programa cuando el alcalde era William Dau. Supongo que ya no le caigo tan bien después de que, el año pasado, develé al público sus contratos estatales.
Y lo más absurdo de la diatriba de Teherán es que todo sugiere que él establece a quién los demás periodistas deben o no entrevistar. Chistoso viniendo de alguien al que le ha tocado retractarse dos veces este año por difamador, luego de sendas tutelas presentadas por el concejal Javier Julio Bejarano y el congresista Fernando Niño Mendoza. Incluso, dizque estuvo cinco días arrestado en una inspección de policía por desacatar el fallo del juez de tutela en el caso del congresista Niño. Y así tiene la desfachatez de nombrar su programa ‘La Verdad & Punto’, cuando más bien debería llamarlo ‘Sweet, el dulce sabor del chisme’.
Lo otro es que no sé de dónde saca Teherán que yo aspiro a ser candidato en la próxima contienda electoral por la Alcaldía de Cartagena, cuando en repetidas ocasiones he dicho que no tengo aspiraciones políticas. La última vez que lo dije fue el 26May2025, durante una entrevista que me hiciera Jair Espitia en el Canal Cartagena (ver entrevista aquí, entre los minutos 2:09 y 2:56). Afirma Teherán que tiene un trino donde supuestamente hago dicha afirmación. Que yo recuerde, mis trinos sobre ese tema han sido en tono jocoso o sarcástico, como por ejemplo dos publicaciones que hice en septiembre y octubre del 2024. Si hace alusión a esos trinos, lo que sale a relucir es algo más grave: que no entiende las figuras retóricas.
Ahora bien, en vista de que ninguno de los dos ha tenido la sensatez y valentía de divulgar sus contratos públicos durante los periodos de las administraciones Turbay y Arana para que su audiencia tenga más herramientas de discernimiento respecto a la línea editorial de sus programas, me di a la tarea de examinar una vez más el Sistema Electrónico para la Contratación Pública (Secop).
Resulta que Teherán ha celebrado diez contratos entre los años 2024 y 2025, que suman $129,2 millones: DF-503-2025, UNIBAC-CD-031-2025, CD-CARDIQUE-048-2025, UNIBAC-CD-086-2025, DF-2360-2024, DF-198-2024, CD-CARDIQUE-121-2024, UNIBAC-CD-061-2024, CD-CARDIQUE-092-2024, CD-CARDIQUE-121-2024. Por su parte, Anaya celebró siete contratos durante el mismo periodo por un valor total $62,2 millones: CD-CARDIQUE-049-2025, UNIBAC-CD-081-2025, UNIBAC-CD-027-2025, CD-CARDIQUE-120-2024, CD-CARDIQUE-090-2024, UNIBAC-CD-062-2024, UNIBAC-CD-127-2024.

Si se comparan esos valores con los de los años 2022 y 2023 (periodos del exalcalde Dau y el exgobernador Blel), se nota que hubo un incremento sustancial en los ingresos por el mismo concepto. Para el caso de Teherán fue del 54.7%, mientras que para Anaya del 72.8%. Asimismo puede verse que, en los cuatro años analizados, Teherán gana más del doble que Anaya. ¿Será esa la razón por la que es el más vociferante de los dos? No diré nada, solo dejaré que los lectores saquen sus propias conclusiones.
Así que, mientras siguen llorando porque mis columnas les dañan el guion y mis datos les tumban el teatro, les dejo esta invitación abierta: si tan seguros están de su “independencia”, entrevístenme. En vivo. De frente. Sin libretos dictados por el contrato del mes. Pero claro, eso sería pedirles valentía. Y ya sabemos que en esta Cartagena de Indias, donde muchos cobran por callar, lo más escaso no es la pauta: es el coraje.



