La palabra apocalipsis, es más usada en el sentido de destrucción, que con el que etimológicamente tiene: Revelación de Misterios. Los filósofos de las diferentes épocas, la fueron calificando según su criterio. Hoy en día, la escuchamos con reiteración al asegurar que en venganza, la naturaleza nos ha premiado con el Covid-19. Puede este, ser el motivo que ha llevado a muchos a un comportamiento antisocial, que deteriora el bien hacer de los científicos y el deseo firme de cualquier gobierno, de actuar en consecuencia.
No debemos olvidar, que somos responsables de nuestros actos y que las secuelas las sufriremos nosotros mismos. La libertad la deseamos todos, pero en el caso del Covid-19, estamos en la obligación de comportarnos según las normas que por nuestro bien, nos imponen. Todos tenemos derecho a vivir nuestra vida como nos plazca, pero sin dañar a nadie. El arrepentimiento, puede llegar tarde y causar daños irreparables.
San Juan en su libro profético, el apocalipsis, se refiere a las etapas de un cambio crítico en el mundo, para dar paso a otras etapas y esta lo es. No importa, de dónde provino esta pandemia que entro en todos los lugares del mundo. Ahora, tal como sucedió en la antigüedad, debemos estar atentos al resurgir de nuevas ideas, de nuevos cambios. Estos, tropezaran sin duda, con el pensamiento retrogrado de muchos que creyéndose doctos, siguen aferrados a sus ideas y por tanto, en llevar la contraria a los científicos y gobernantes, arengando a las masas o lanzando bulos. Buscando de esta forma, recoger con su táctica deshonesta, votos electorales. Para ellos, todo vale.
El filósofo Ortega y Gasset, en una época más moderna, se refería a la palabra apocalipsis, como el fin de una forma de vida crítica, NO, del fin del mundo. Quiera Dios que nuestras mentes sufran la metamorfosis del repudio de traumas y complejos, y demos paso a la fraternidad y a la aceptación de lo que en la actualidad nos complace llamar degeneración. No deberíamos cerrar nuestra mente, deberíamos aceptar estos cambios con normalidad, y abrirnos a un mundo mejor, por el bien de todos.
Las palabras apocalipsis y crisis, van unidas por un mismo desenlace: causar un desastre. Son la destrucción, el fin. Esto pensamos. La palabra crisis, fue empleada inicialmente por los médicos y se refería a una etapa de la enfermedad, que se asociaba con un estado casi de muerte.
Generalmente, el resultado daba paso a una mejoría de la enfermedad. Luego, se empleó para reforzar diferentes adjetivos. De allí, crisis apocalíptica, crisis de pareja, crisis de gobierno, crisis de identidad y hasta crisis depresiva.
La crisis actual, puede llevarnos a la desidia, a la soledad, a la depresión, y hasta nos puede conducir al suicidio, pero no debemos dejarnos contaminar por los falsos rumores de quienes se empeñan en destrozar el mundo con charlatanerías deformadas, ni perder la fe ni la esperanza en un renacer nuevo para la sociedad en general.
Es de Perogrullo, reconocer que en la actualidad estamos atravesando por una etapa crítica que ha puesto al mundo de rodillas, que ha pisoteado nuestras reglas sociales y de conducta en lo general y también en lo económico. Pero no es ni será el fin.
Perfil de la columnista: Escritora colombiana, nacionalizada en España. Estudios universitarios, literarios y varios diplomados. Autora de importantes publicaciones: El despertar de la conciencia, Mi vida una mentira entre otros.