La decisión de contratar jugadores veteranos y de renombre catapultó la popularidad del alcalde de Cartagena, Dumek Turbay, y del gobernador de Bolívar, Yamil Arana, a inicios de este semestre. Sin embargo, la reciente eliminación del Real Cartagena del torneo de la B genera un interrogante crucial: ¿era esta la estrategia que el equipo necesitaba?
A pesar de contar con figuras destacadas como Christian Marrugo, Juan Camilo Angulo y Teófilo Gutiérrez, el Real Cartagena no logró su objetivo de ascender. Contrariamente, Orsomarso, con un equipo joven y menos experimentado, clasificó a la final del torneo, lo que pone en tela de juicio la eficacia de apostar por la veteranía. Este contraste sugiere que la experiencia no siempre garantiza el éxito en el campo.
La eliminación del equipo heroico deja a Turbay y Arana en una posición complicada, ya que ahora deben enfrentar sus mandatos sin el respaldo del éxito futbolístico que buscaban para aumentar su popularidad. Sin embargo, la reacción de los aficionados del Real Cartagena ha sido notable. A pesar de la derrota, han mostrado un apoyo continuo al equipo y han pedido a las autoridades locales que no abandonen el proyecto. Este respaldo refleja la importancia del fútbol en la dinámica social y política de la región y cómo las decisiones deportivas pueden influir significativamente en la percepción pública de los gobernantes.
La estrategia de contratar estrellas en el ocaso, aunque efectiva para atraer la atención y aumentar la popularidad, no resultó en los éxitos deportivos esperados. El caso de Teófilo Gutiérrez, cuyo futuro en el equipo es incierto, ejemplifica las complicaciones y el alto costo de mantener a jugadores veteranos. Teo, con fuertes lazos con otros clubes como el Junior de Barranquilla, representa un riesgo considerable, tanto financiera como estratégicamente.
La eliminación del Real Cartagena obliga a los mandatarios a replantear su estrategia. Mantener viva la esperanza de ascenso será crucial tanto para el equipo como para la credibilidad política de Turbay y Arana. Este desafío requiere encontrar un equilibrio entre el apoyo financiero y la toma de decisiones deportivas efectivas. Deben considerar si la inversión en jugadores jóvenes y con potencial a largo plazo podría ser una alternativa más sostenible y exitosa.
El fútbol, con su capacidad de generar pasión y lealtad, es una herramienta poderosa en la política local. No obstante, depender de jugadores veteranos y costosos es una estrategia arriesgada que, como hemos visto, no siempre produce los resultados deseados. Turbay y Arana deben ahora buscar un equilibrio entre la popularidad inmediata y la efectividad deportiva para mantener la esperanza de ascenso del Real Cartagena y, por ende, el apoyo de su electorado.
Es vital que los gobernantes locales reconozcan que el éxito en el fútbol, y por extensión en la política, no solo depende de nombres reconocidos, sino de estrategias bien pensadas y sostenibles. El camino hacia el ascenso del Real Cartagena requiere una visión a largo plazo, donde se priorice la formación y desarrollo de talentos jóvenes, asegurando así un futuro sólido tanto para el equipo como para la región.
Real Cartagena necesita un enfoque estratégico renovado, basado en el desarrollo de jóvenes promesas y una planificación deportiva coherente. Solo así podrá aspirar a los logros que sus aficionados y la ciudad esperan, y que Turbay y Arana necesitan para consolidar su legado político.