Es imposible seguir con el tira y afloja en el que la dirigencia de Colombia tiene sumido al país. Es hora de observar objetivamente lo que está pasando y cómo esto perjudica a cada uno de los colombianos.
Es momento de que el presidente Petro deje de lado los intereses políticos y la vanidad, y anteponga los intereses del país. Partiendo de esta premisa, él es el llamado a congregar todas las fuerzas políticas para llegar a un acuerdo. Si es posible concertar la resolución de las necesidades del país —que son muchas e inminentes—, ¿por qué seguimos atrapados en el «dime que te diré»? Exacerbando los ánimos y no encontrando ni concretando soluciones, que es, al final, lo único que importa. Todos estamos asfixiados en la incertidumbre.
El presidente Petro debe entender que los cambios no pueden ser abruptos, mucho menos sin concertación, porque están destinados al fracaso a largo plazo. Así mismo, la oposición tiene la obligación de ubicarse y entender que se necesitan cambios de fondo. Ni unos ni otros actúan pensando en el «ganar-ganar», lo que al final termina provocando que todos pierdan. Todos, absolutamente todos.
El gran acuerdo nacional propuesto por Juan Fernando Cristo no es descabellado, pero los acuerdos no son imposiciones. Son acuerdos, disertaciones, discusiones y, finalmente, puntos de encuentro. Eso no significa que sean fáciles, mucho menos que se logren al cien por ciento.
Si el interés de las partes es únicamente electoral, la pérdida para el país será irreversible e irreparable. Esto no se trata de «puños y patadas». El acuerdo nacional debe ser una realidad, sin caer en la ingenuidad de suponer que no habrá intereses políticos de las partes, que naturalmente intentarán preservar. Es lo esperable. Sin embargo, eso no puede estar por encima de la responsabilidad del presidente de la República, Gustavo Petro, de convocar personalmente a la oposición para buscar la solución para el país. Tampoco puede la oposición adoptar una actitud de «rogados», pues todos debemos estar comprometidos con sacar adelante a este país.
¿Cuándo va a dar el presidente Petro ese paso? ¿Le quedará grande esta responsabilidad? Si el presidente entra en el círculo vicioso de dejarse influenciar por los apasionados, que son los primeros en abandonar el barco ante el primer atisbo de naufragio, entonces la «calentura» seguirá en Colombia y todos estaremos peor. El tiempo de las elecciones aún no ha llegado, y eso es un hecho. Ante lo cual, debemos dejar que el pueblo sea libre y soberano. Ese es el mejor cambio que podemos lograr.
Es justo y necesario que todos, aunque sea por un momento, hagan una pausa, se quiten los guantes, piensen en el país, no en sus colectivos individuales cargados de ego y egoísmo. Al final, termina siendo responsabilidad de todos concertar acciones por un país mejor.