Cada 4 de marzo se conmemora el Día Mundial de la Obesidad, una fecha clave para reflexionar sobre el impacto de esta enfermedad en la salud, el desarrollo y la sostenibilidad. Más allá de ser una preocupación meramente sanitaria, la obesidad es hoy un desafío de proporciones económicas y ambientales que requiere respuestas integrales y urgentes.
La obesidad es una enfermedad crónica caracterizada por un exceso de grasa corporal que aumenta el riesgo de padecer enfermedades no transmisibles como la diabetes tipo 2, las cardiopatías y ciertos tipos de cáncer. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en 2022 se registraron 2.500 millones de adultos con sobrepeso en el mundo, de los cuales 890 millones tenían obesidad. La tendencia es alarmante: si no se toman medidas, se estima que para 2030 habrá más de 1.000 millones de personas obesas en el planeta.
Pero la obesidad no sólo afecta la salud individual, sino también el desarrollo económico global. Estudios recientes proyectan que para 2035, el impacto económico de esta enfermedad alcanzará los 4,3 billones de dólares, lo que equivale al 3% del PIB mundial. En países como México y China, los costos asociados a la obesidad infantil podrían significar pérdidas billonarias debido al aumento del gasto en salud y la disminución de la productividad laboral.
Un aspecto menos discutido pero igualmente preocupante es el impacto ambiental de la obesidad. La producción de alimentos ultraprocesados, que contribuye al aumento del sobrepeso, tiene una huella ecológica significativa. La FAO advierte que los sistemas agroalimentarios deben transformarse para ofrecer dietas más saludables y sostenibles, reduciendo el consumo de productos industrializados y promoviendo una alimentación basada en productos frescos y locales.
En Colombia, el porcentaje de adultos obesos pasó del 5,7% en 2012 al 9,1% en 2022, mientras que el sobrepeso en niños menores de cinco años aumentó del 5% al 6,2% en el mismo periodo. La problemática requiere una respuesta multisectorial, que incluya políticas de educación nutricional, regulación del etiquetado de alimentos y fomento de entornos saludables.
La obesidad no es solo un desafío individual, sino una crisis que involucra a gobiernos, empresas y ciudadanos. Combatir esta epidemia requiere acciones coordinadas que aborden no solo los hábitos alimentarios, sino también el acceso a alimentos saludables, la actividad física y la regulación de la industria alimentaria.
Este Día Mundial de la Obesidad es una oportunidad para repensar nuestros sistemas alimentarios y priorizar la salud y el bienestar de las generaciones futuras.