El arte del trenzado en caña flecha, símbolo de identidad y resistencia del pueblo Zenú, fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación por el Ministerio de las Culturas, en un reconocimiento histórico que resalta su legado ancestral, su importancia económica y su riqueza simbólica .
En un país donde buena parte de las políticas culturales han sido más retóricas que reales, el reciente reconocimiento estatal del trenzado en caña flecha como manifestación cultural protegida representa un momento de esperanza, pero también un desafío. Lo ocurrido en Montería, Córdoba, puede leerse como un gesto simbólico con hondas implicaciones para el pueblo Zenú y para la memoria cultural colombiana.
Un reconocimiento demorado pero necesario. Aunque muchas comunidades Zenú han resistido generaciones con sus manos trenzando la caña flecha, sólo hasta marzo de 2022 el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural decidió incluir oficialmente esa manifestación en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial del ámbito nacional. En abril de 2024, esa decisión se plasmó de manera normativa mediante la Resolución 144 de 2024, que no solo inscribió la manifestación, sino que aprobó su Plan Especial de Salvaguardia (PES).
Ese reconocimiento no nació de un decreto vertical, sino de años de trabajo conjunto entre las comunidades del Resguardo Zenú de San Andrés de Sotavento (en Córdoba y Sucre) con el Ministerio de Cultura, con aportes de organizaciones como Teje Teje, entidades regionales y académicos. Se trabajó en la caracterización de riesgos, fortalezas y una ruta de salvaguardia que incluye semillas, técnicas tradicionales, transmisión intergeneracional y acompañamiento institucional.
El acto realizado en Montería en las ultimas horas adquiere particular relevancia porque el departamento de Córdoba es cabeza del ámbito cultural y simbólico del sombrero vueltiao, así como lo es Sampués en Sucre, la expresión más visible del trenzado en caña flecha. En ese acto se dio visibilidad a la decisión estatal de proteger esa expresión cultural.
Cultural e identitario: mucho más que técnica artesanal. Decir que se “protege un oficio” es quedarse corto: el tejido en caña flecha no es sólo producir sombreros u objetos artesanales. Es un lenguaje vivo, un entramado simbólico donde los “dibujos” (o “pintas” como se les llama) relatan fragmentos de la relación del pueblo Zenú con su territorio, con su memoria, con su cosmovisión. En su comunidad, el trenzado se extiende como metáfora: “trenzar los sueños”, “trenzar la organización social”, “trenzar el pensamiento” son expresiones que indican cómo el acto de tejer permea la vida cotidiana. En efecto, el PES aprobado describe cómo las prácticas rituales, los rezos y los momentos festivos de los Zenú se vinculan con el tejido, con la producción de caña flecha, con los saberes del monte y la tierra.
Para las comunidades, este reconocimiento no es sólo un honor simbólico. El trenzado es una fuente principal de ingresos familiares y una actividad básica en la economía local del resguardo. Además, la práctica del cultivo, la recolección, el tratamiento y la transformación de la caña flecha implican conocimientos ecológicos sobre biodiversidad, ciclos hidrológicos, conservación de semillas y manejo de fibras vegetales. En ese sentido, reconocerla como patrimonio implica reconocer también la relación viva entre cultura y naturaleza, entre conocimiento humano y ecosistemas.
Obstáculos, resistencias y riesgos latentes. Que el Estado declare algo “patrimonio” no garantiza su preservación automática. En el recorrido ya se han identificado amenazas importantes:
Pérdida de territorios cultivables: si no hay tierras para sembrar la caña flecha, la materia prima escasea. En el anuncio desde Montería se advirtió que una de las líneas de acción del Estado será asegurar tierras para el cultivo, para evitar que esta manifestación entre en vías de extinción.
Falsificación y mercantilización: la vulnerabilidad frente a productos “imitados” que desvirtúan el valor cultural del verdadero tejido Zenú ha sido mencionada explícitamente. En Montería se planteó que habrá mecanismos de protección ante falsificaciones, en coordinación con la Superintendencia de Industria y Comercio y la Policía Nacional.
Desinterés generacional: si las nuevas generaciones no se sienten motivadas a aprender el oficio, el relevo se rompe. El PES contempla acciones de formación, escuela de trenzado e integración del conocimiento ancestral con la educación formal.
Presiones sociales y económicas: conflictos agrarios, cambio de uso de suelo, falta de apoyos institucionales locales pueden desestabilizar la continuidad del oficio.
Desconocimiento patrimonial local: declarar desde la esfera nacional no asegura que gobiernos municipales, departamentales o incluso ciudadanos valoren (y apoyen) la manifestación localmente.