El problema del bullying se origina en la violencia intrafamiliar, un agresor, antes de ejercer violencia a otros, fue violentado por su propia familia. La razón por la que un niño, niña y adolecente realiza una práctica de intimidación, posee una génesis ubicada en el contexto familiar y la construcción de modos de relación violentos, en donde la hostilidad del clima en el hogar, la falta de reglas claras, el trato irrespetuoso, con pautas de relación enmarcadas en la violencia física y psicológica en padres, hijos y demás miembros que conformen este núcleo, hace que estos niños incorporen en sus formas de relación la violencia.
Un menor inmerso en este medio violeto busca llenar su carencia emocional estableciendo un dominio sobre sus padres o amig@s, es decir que perpetúa el ciclo de violencia vivido en casa o en la escuela.
La falta de normas en casa y la excesiva tolerancia de los padres de conductas inadecuadas en el niño y en el adolescente, el ser permisivos, también contribuyen al origen del bullying. Estas dos características dejan al menor que haga lo que quiera, en el momento que quiera, sin ningún límite. La falta de sensibilidad es la característica más importante que define al agresor.
El escolar que humilla y golpea a un compañero e incluso goza con su sufrimiento, por lo general, no tiene sentimiento de culpa de sus actos, porque quiere que los demás sufran cómo él alguna vez sufrió. Esto va formando una personalidad psicopática (trastorno antisocial). Así que hago un llamado a las familias y a la sociedad en general para que tomemos una posición más empoderada frente al Bullying.