Muchos de los que aspiran a ser representantes legales de las entidad territoriales lo hacen con buenas intenciones, para cumplir sueños, metas y anhelos, lo cual termina en la mayoría de los casos truncándose cuando se estrellan con sus propias realidades, encontrándose con unas del orden constitucional y legal, que impiden que sus propuestas, programas y proyectos, que fueron la plataforma política de campaña, puedan ser materializados, por no ajustarse al ordenamiento jurídico vigente, y por otro lado, por razones propias de las dinámicas prácticas de la política que lo llevaron a edificar su elección, lo cual se constituye en factores reales de poder, del cual pese a querer distanciarse, no están fácil para el nuevo gobernante hacer abstracción.
Una vez esta clase de gobernante se posesiona en el cargo para el cual fue elegido percibe esa realidad, llevándolo a tomar posturas de tipo político, que tiene que sortear con el juego de intereses de sus aliados y de la oposición, lo que lo obliga a consolidar su propio círculo de amigos en ese afán que genera la desconfianza, quienes terminan aprovechándose de la coyuntura y edificando una gran muralla, que lo aleja de las realidades propias del mundo profano, y se convierten en comités de aplausos de las acciones del que se considera ser el dueño de la pluma, quien se llena cada día más de egos, cambiando incluso la personalidad humilde que llevó a sus electores a depositar el voto, a una más tirana, despótica y totalitaria, creyendo que tiene escriturado el puesto, y que como un gran monarca en su pluma descansan todos los poderes, incluido la arbitrariedad.
Este tipo de gobernante en su corto periodo pasara por varias etapas, siendo la primera la luna de miel con sus aliados y amigos cercanos, quienes tienen expectativas frente a sus ejecutorias, viene una segunda etapa donde los aliados solo los une al gobernante las meras expectativas y donde el gobernante quiere perpetuarse e impone a uno de los suyos para que llegue al legislativo, siendo esta determinación el peor de los errores, al quedar expuesto ante los demás actores políticos, quienes dirigen un accionar en su contra, en aras de defenderse del dueño de la pluma, además a quien elija sea pariente de sangre o forastero al final ni se lo agradecerá, cruda realidad, viene una etapa intermedia donde los aliados se distancian del gobernante, y para este sus mejores amigos serán sus enemigos, que no tienen nada que perder, aumentándose las intrigas del comité de aplausos, quienes serán los primeros en empezar a bajarse del bus, cuando en la etapa final, el sol empiece a radiar a sus espaldas, donde ni aliados ni a nuevos amigos le interesa ser relacionados con el otrora dueño de la pluma, sino con el próximo que la pueda tener en sus manos, además los ciudadanos frente a la falta de ejecutorias empiezan a comparar los gobiernos, criticando su actuar, lo que llena aún más de odios al dueño de la pluma, quien su paranoilla lo lleva a ver enemigos por todos lados y a utilizar el poder menguado que aún le queda, para imponer un respeto que no ha ganado.
Este fenómeno práctico de la política es cíclico, y los que han pasado por este evento están recapitulando su propia realidad, donde sus errores lo llevaron a pasar por un cargo de tamaña investidura “sin pena, ni gloria”, y lo más triste para este gobernante, es cuando entrega la pluma, y se da cuenta, que pasaron cuatro años, y que no puede volver a los círculos donde inicio, porque esos amigos fueron los primeros pisoteados, cuando camina por la calle siente murmullos por todos lados, sintiendo profunda vergüenza, cuando sin la pluma en la mano se encuentra con aquellos que maltrato, no aparece por ningún lado aquel comité de aplausos que lo idolatraba, debido a que estos están montados en otro barco, correspondiéndole afrontar solo requerimientos administrativos y judiciales, sin que salgan a defenderlos quienes en algún momento fueron sus aliados, sumado el morbo de los comentarios y de las conclusiones a que se llegan en las esquinas de su actuar, y lo que es peor, a quienes ayudo a elegirse le están dando su propia cucharada de la deslealtad y de la traición, y a ellos también le tocara la suya en su oportunidad, debido a que están probando la cucharada de miel, pero la de hiel la tienen reservada para el final.