En éstos tiempos aciagos y temerosos por la pandemia a menudo pensamos que nunca nos va a tocar lidiar de cerca con el Coronavirus, sentir en carne propia y de tus seres queridos es lo bastante horroroso como para pensar en desfallecer.
Diariamente vemos personas que deberían tener un poco más de compasión hacia el prójimo, envés de dedicarse a justificar e inclusive a revictimizar al médico que en su afán de hacer lo que sabe hacer, que es atender pacientes, logra ser infectado por dicho patógeno.
Hago alusión de un aparte de la obra de Gabo titulada «el amor en los tiempos del cólera” que magistralmente nos da una lección sobre la espera, en donde su protagonista esperó 53 años, 7 meses y 11 días con sus noches y la espera fué compensada con creces.
Además, cito al poeta José Manuel Marroquín en su obra «El Moro» en donde afirma categóricamente: «Lo que es la vida, las grandes alegrías son compradas siempre con grandes dolores, con dolores siempre más largos que ellas, apenas hay alegría pura y completa que no consista en la cesación de una pena».
Cuando la avaricia prevalece sobre la salud en general, los resultados serán funestos, es allí donde se puede barruntar el futuro de una sociedad.
Soy médico general, con entrenamiento en UCI neonatal y no he atendido pacientes diagnosticados con COVID-19. Trabajo en Cartagena de Indias. Inicio labores de 7 am a 7 pm, de lunes a viernes.
Mi rutina comienza con la ronda matutina en donde se toman las decisiones de manejo y procedimientos. Asisto en sala de partos y cirugía en los nacimientos.
Sospeché de mi enfermedad por pico febril y tos acompañado de odinofagia. La prueba me la hicieron al otro día. Me enteré que resultó positiva por la llamada de un amigo médico anónimo. Le informé a mi familia y extremamos aún más las medidas de aislamiento. Quedé en una pieza.
Cuando me enteré, sentí temor por mi esposa, hijos y suegros. Mi aislamiento ha sido «agradable” por los cuidados de mi esposa y por las redes sociales. Lo más duro ha sido el ataque y revictimización por parte de los administrativos. La mayor incertidumbre es que me repita y viva de nuevo dicho calvario.
Una vez supere esto, lo primero que haré es ir a trabajar, porque si no trabajo no devengo y tengo familia que mantener.
Doy un mensaje a los colegas, que no bajen la guardia y no pierdan la calidad humana y compasión que tanto se necesita en estos tiempos. A la comunidad les digo que, así como el virus muta, así debe cambiar la mentalidad de la gente. Las relaciones interpersonales cambiaron y de qué forma. Si aman a sus seres queridos, entiendan que esto es serio y deben quedarse en casa.
Al señor presidente doctor Iván Duque le digo que por favor deje de favorecer a la banca y apoye más a ciertos gremios que se lo merecen, cómo es el personal sanitario. Todo esto traducido en estabilidad laboral y prosperidad en general.
Le pido al presidente Duque que contraten a los médicos y personal de salud, con sus prestaciones de ley. Que aboliera el contrato por OPS. No a la tercerización.
Al señor alcalde de Cartagena de Indias, William Dau Chamat, le pido, por favor, que paguen puntal a la salud, y que siga como viene trabajando duro por su ciudad; no dejándose amilanar por los malandrines.
Esto del COVID-19 es horrible. Hasta sentimiento de culpa lo invade a uno, porque se atienden pacientes y sin saber que estaba infectado. ¡Por todo, por todo lo que he pasado, he llorado ríos!