“Los mamertos son fáciles de identificar, los de derecha que aceptan sin chistar “…lo que diga Uribe” y los de izquierda creen que Petro será “el redentor del país”.
El colombiano por naturaleza es proclive a estigmatizar a los que no piensan igual, tienen ideas, propuestas o una linea política diferente a la de su persona, algo ilógico pero normal en nuestros vivientes. Hemos intentado buscar el significado real de palabra “Mamerto” pero la información es difusa, sin embargo, en WordReference.com Online Language Dictionaries, aparece la definición como: “mamerto, (ta) adj. desp. Tonto, lechuguino: es un poco mamerto y provinciano”.
Si un mártir se le da por vociferar a favor o en contra de un candidato o personaje de la izquierda o la derecha, es tildado de guerrillero, paramilitar, colaboradoras de los grupos insurgentes y del Ejército y se llega al extremo de convertirlos en objetivo militar por la simple y sencilla razón de no compartir ideologías, y en nuestro país, ello se ha patentado con mayor furor a partir de la década de los 60 cuando en plena campaña electoral la derecha buscaba el poder y utilizaba el término “mamerto” para desprestigiar, denigrar, vilipendiar, burlarse y ofender, a quienes no apoyaban sus ideas y mantenerse en el poder.
Partiendo del punto de vista de que la memoria histórica es infalible, podemos deducir que en esa época sesentona, se trataba de menoscabar a los contrincantes intentando llevarlos a la hoguera política, minimizando sus apreciaciones y dándoles a entender que eran analfabetas políticos, que hablaban por hablar o simplemente no sabían lo que dicen o no tenían cultura política. En pocas palabras le dicen “ignorante…inculto…rustico…iletrado”.
Recordemos el episodio de María Fernanda Cabal, del Centro Democrático, que ideo en internet los “Premios Mamerto”, donde encasillaba por categorías a sus contradictores con epítetos descontextualizados como: degenerado, pseudointelectual, zarrapastroso, gamín…entre otros.
Pero lo que no han entendido los amigos de la derecha, es que ese epíteto utilizado con sus adversarios les recae a los de derecha, ya que normalmente también dicen estupideces, especialmente en apreciaciones políticos-económicos-sociales donde critican sin argumentos y sin la menor idea de lo que expresan, demostrando ignorancia, buscando que los consideren los “buenos del paseo”, cuando lo que engendran es odio y división, en búsqueda de perpetuarse en una opción política – económica, ligada al poder y la corrupción
Los mamertos son fáciles de identificar, los de derecha que aceptan sin chistar…”lo que diga Uribe y los de izquierda creen que Petro será “el redentor del país”. Sería interesante descubrir cuál de los dos sectores tiene el mamertismo anquilosado en su torrente biliar.
Muchos historiadores colombianos nos ilustran sobre el inicio del mamertismo y al entrar en contexto, se nos viene a la memoria los famosos “Chaparrines”, una comedia radial donde uno de sus protagonistas se denominaba “Mamerto”. Con ellos, nos desgañitábamos de la risa por la forma ingenua, torpe, y trágico-cómico como balbuceaba su rol, muy parecido a los de nuestra época.
La inteligencia indígena, para bien o para mal, utilizó esa “bonachona” figura para endilgárselas, en esos citados años sesenta, como tomadura de pelo a miembros del Partido Comunista Colombiano –PCC- con nombres llamativos y “sin tocayo” como Gilberto Vieira o Filisberto, miembros de organizaciones de izquierda idealizados en la revolución Cubana que deseaban infiltrar las agremiaciones sindicales y campesinas, que tenían sellos demócratas cristianos línea Laureano Gómez, en contubernio con liberales y conservadores
Los mamertistas de izquierda y derecha deben atemperarse y pensar que un gran sector del país no piensa iguales a ustedes, tienen una visión mucho más objetiva y realista en la búsqueda de una sociedad menos sectaria y polarizada, donde las divergencias se tratan con altura y responsabilidad, con respeto y sentido común, algo difícil de encontrar, pero la historia señalará a los mamertos de izquierda y de derecha como los impulsores del sectarismo y la polarización social.