Es media tarde en la ciudad de Medellín, famosa por ser la cuna del empuje paisa, las flores y el metro. Ese que hoy está a punto de arder en medio de las protestas por la reforma tributaria. El protagonista de hoy es un joven universitario que como la mayor tarde de su grupo etario está cansado de que en Colombia los pobres cada día son más vulnerados mientras los ricos acumulan bienes sin medida.
¡Resistencia! ¡Resistencia! gritan los marchantes en medio de gases lacrimógenos, caos y perseguidos por una línea de Policías que como ellos sobreviven con algo más del mínimo y también tienen una familia que los espera en casa.
Mientras Jonatan hace sentir su voz en medio de la multitud presenta un colapso súbito; la gente empieza a pedir ayuda y es trasladado a un hospital cercano donde los médicos tratan de salvarle la vida, pero surge otro problema y es la necesidad de una cama en UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) pero en este momento no hay porque además de la tragedia social, el Covid-19 no da tregua y ataca ferozmente a la capital antioqueña con una ocupación hospitalaria mayor del 90%.
Colocando en contexto la situación se debe realizar un análisis exhaustivo de lo que sucede en nuestra amada tierra donde un presidente “líder a la fuerza” se le ocurre la brillante idea de plantear una reforma al tributo en medio del tercer pico de una Pandemia que tiene destrozado el sistema de salud sin prever que la gente indignada no se iba “dejar meter ese golazo” y cansados por el hambre, el desempleo y la falta de apoyo gubernamental era lógico que salieran a las calles con cacerola en mano a manifestar su inconformidad.
“Como si a este sancocho no le faltara presa” sale el ministro de Hacienda quien fue el encargado de redactar la reforma a decir que una canasta de huevos vale $1800. Como dijo mi abuela “Milagroso de la villa, agárranos confesados porque ya pecados no hay más”. Pero quizá mi abuela se equivocaba porque si han más pecados.
En medio de la ola de protestas, ataque a la infraestructura, agresión a los manifestantes y en una catástrofe de salud pública a nuestro presidente en lugar de negociar y calmar los ánimos se le da por vociferar a los cuatro vientos que la fuerza militar reforzará las calles y su escudero ex presidente pide justificar el uso de las armas para reprimir las protestas ¡mandan huevo y no de $1800!
Algunos ha criticado al gremio médico por no salir a protestar, pero es de entender que si bien el derecho a la protesta es legítimo y está justificado en inconformidad social como salubristas tenemos claro que nuestro sistema empeorara luego de las manifestaciones y debemos estar preparados para eso; por eso dentro de las unidades hospitalarias estamos aportando a la transformación social y con esto no se diga que apoyo la violencia, pero tampoco a un gobierno a quien las sociedades médicas desde hace varias semanas pedimos el cierre de ciudades como Barranquilla y Medellín por el alto número de contagios, muertes y nivel de ocupación de las camas para pacientes críticos e hizo caso omiso interponiendo intereses diferentes al cuidado de la salud.
La Dra. Carolina Corcho, Médico Psiquiatra, Magister en estudios políticos, vicepresidente de la Federación Médica Colombiana, coautora de la Ley Estatutaria y de la Ley de residencias médicas y en la actualidad presidente de la Corporación Latinoamericana Sur en una entrevista a la W radio, dejó en claro la posición del gremio médico y a pesar de que durante toda la entrevista fue persuadida a justificar al gobierno en la forma de reprimir la protesta, como toda una heroína subo peinar a más de un calvo. ¡Esa es de las mías!
Casos como el de Jonatan ponen sobre la mesa el nivel de colapso político, social, económico y de Salud que afronta Colombia, por esto sin temor a equivocarme podría decir que lo peor está por llegar en las próximas semanas donde se verán las tendencias epidemiológicas representadas en una población que prefiere morir de Covid- 19 y no de hambre.