La situación de orden público en Colombia ha alcanzado niveles alarmantes. Regiones como el Catatumbo se han convertido en escenarios de enfrentamientos violentos entre grupos armados ilegales, dejando a la población civil atrapada en medio del fuego cruzado. Human Rights Watch ha denunciado ejecuciones de campesinos desarmados, reclutamiento forzado de menores y el desplazamiento de más de 56.000 personas desde enero. El Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las FARC se disputan el control territorial, exacerbando la crisis humanitaria en la zona.
Mientras tanto, en Jamundí, Valle del Cauca, una explosión atribuida a la estructura «Jaime Martínez» de las disidencias de las FARC resultó en la muerte de una persona y dejó 14 heridos, entre civiles y policías. Este acto terrorista evidencia la creciente capacidad operativa de estos grupos y la vulnerabilidad de nuestras instituciones para prevenir tales ataques.
Frente a este panorama desolador, el Gobierno Nacional parece más enfocado en protagonizar espectáculos mediáticos que en ofrecer soluciones concretas. El reciente consejo de ministros televisado, que se extendió por más de cinco horas, mostró a un gabinete dividido, enfrascado en disputas internas y alejado de las urgencias que aquejan al país. Políticos de diversas corrientes no tardaron en calificar este evento como un «espectáculo circense» y un «reality show», evidenciando la falta de seriedad y liderazgo en la conducción del Estado.
La desconexión entre el Gobierno y la realidad nacional es preocupante. Mientras las regiones arden y la ciudadanía clama por seguridad y estabilidad, la administración actual parece navegar en una órbita distinta, ajena a las necesidades urgentes del pueblo colombiano. Es imperativo que el Ejecutivo abandone la retórica vacía y las puestas en escena mediáticas para enfocarse en acciones concretas que restauren el orden público y protejan a la población civil.
Colombia no puede permitirse seguir siendo testigo de la inacción gubernamental mientras el país se desmorona. Es hora de que el presidente y su equipo aterricen en la realidad y asuman con responsabilidad el mandato que les fue conferido, implementando políticas efectivas que garanticen la paz y la seguridad que tanto anhelan los colombianos.