Por entre los meandros del Amazonas, una verdad serena y profunda sale a flote. Ya no con fusiles, sino con palabras, imágenes y relatos. En la Feria Internacional del Libro 2025, la Armada de Colombia y la Universidad San Buenaventura navegaron juntas hacia la memoria.
En el corazón de Bogotá, Colombia, en medio del bullicio de miles de lectores y editoriales que llenaban Corferias, un río invisible corrió con fuerza: el Amazonas. No era el agua lo que empapaba el aire del Gran Salón C, sino las historias, los recuerdos y los ecos de una selva viva que ha sido testigo de olvidos, luchas, bonanzas y silencios. Allí, en ese escenario cargado de simbolismo, se lanzó “El río y sus ecos: narrativas de los pobladores y la Armada Nacional en el Amazonas colombiano”, una obra que nace del cruce de dos mundos aparentemente distantes: la academia y la Fuerza Pública.
Fue un acto solemne, pero cargado de emociones contenidas. El Alto Mando Naval compartía espacio con docentes, estudiantes, investigadores y miembros de la comunidad amazónica. En sus rostros, más que protocolo, había reconocimiento por una labor conjunta que se gestó no desde los escritorios capitalinos, sino en los municipios selváticos de Leticia, Puerto Nariño y Puerto Leguízamo, donde se sembró la semilla de este trabajo multidisciplinario.
“El río y sus ecos” es más que un libro. Es una memoria viva tejida con las voces de infantes de marina y habitantes ancestrales del trapecio amazónico. Relatos que narran no solo la presencia militar en la región, sino su transformación: de una lógica armada hacia una acción humanitaria y de construcción de paz. Por eso, más que historia, el texto propone un diálogo honesto entre quienes han vivido el territorio desde diferentes trincheras —la selva como hogar, como misión, como refugio, como frontera.
La obra es parte de un proyecto mayor, “Corrientes de Memoria: narrativa transmedia del Amazonas”, una apuesta valiente por contar las historias desde múltiples plataformas. A los relatos del libro se suman documentales, realidad virtual, videojuegos y una web interactiva que amplifican la experiencia narrativa. Se trata de un ejercicio que, en plena era digital, logra que el pasado se vuelva presente, y que las voces del sur del país se escuchen en la capital y más allá.
El trabajo investigativo no fue sencillo. Requirió desplazamientos por territorios complejos, escucha atenta en comunidades olvidadas y una alianza institucional inusual, pero fértil. Los investigadores de la Universidad San Buenaventura, en coordinación con los grupos de formación de la Armada, documentaron las dinámicas sociales y culturales de una región tan exuberante como marginada. Y en ese proceso, se dieron cuenta de que la memoria no está solo en los archivos: está en la piel curtida del indígena, en la bitácora del marino, en la canción que canta una abuela mientras espera que el río traiga algo nuevo.
Al final del conversatorio, una frase quedó resonando en el salón: “Contar la verdad no siempre es denunciar. A veces, es sanar.” Y eso es, quizá, lo que logra este libro. Sanar a través del reconocimiento, de la escucha, de la palabra.
Porque en el Amazonas, donde el Estado a veces llega en forma de uniforme y otras en forma de esperanza, el testimonio compartido se convierte en el verdadero motor de transformación. “El río y sus ecos” es testimonio de ello. Un recordatorio de que la memoria también se escribe desde las orillas del deber y el afecto, y que, en la profundidad de la selva, aún hay mucho por contar.