A propósito del tema en boga tal parece que la corrupción es una herencia irrenunciable, sobretodo, para aquel que decide ser político. En Cartagena de Indias, curiosamente parece ser más acentuado ese mal, muy a pesar que algunos ingeniosos hablen de componendas y encerronas cachacales, tal vez porque, quien las hace se las imagina, ocho alcaldes en cinco años y una recocha en el concejo distrital, no es que colaboren mucho para desmentir lo antes dicho.
En nuestra ciudad la herencia dejada por nuestros invasores se trasmitió como la rabia que mató a Selva María, tras la mordida de un perro, en nuestros días han muerto personas y no precisamente por la mordida de un canino, sino por la ausencia de administración, que no se nos olvide que la falla en el control urbano ocasionó en abril del año pasado la muerte de 21 obreros al desplomarse un edificio en construcción.
La caída del Portal de Blas de Lezo II estremeció al Corralito de Piedra y a la vez fue el detonante para destapar una olla corrupción al interior de la administración distrital amangualados con Concejales, Contraloría, Fiscalía, Jueces y Magistrados que venían haciendo de la suyas, una situación digna de las películas de Francis Ford Copolla.
Resulta curioso que el nombre de un español que defendía los intereses de una ciudad que tenían bajo su yugo y que los asumía como propios, esta vez fue vencido y no por corsarios ingleses; en esta oportunidad quienes destrozaron nuestra ciudad fueron la corrupción criolla, la negligencia administrativa y la cultura de la viveza que nos han llevado al punto de tener a un ex-alcalde en la cárcel por presuntos delitos de carácter penal, pero, esto no es nuevo, me refiero a la corrupción en Cartagena.
El ranking de la ONG transparencia internacional nos ubica en el puesto 90 entre 176 países con 37 puntos y lo más preocupante es que los niveles de percepción sobre la corrupción en nuestro país empeoraron, a lo mejor siguiendo la extensión de gattusso a la ley de Murphy que dice que “Nada es tan malo nunca como para que no pueda empeorar”
A principios del año pasado la ANDI publicó una encuesta sobre la percepción del sector empresarial en el tema de la corrupción ubicando a bolívar en el cuarto puesto, superado por La Guajira, Chocó y Atlántico.
Los resultados de la encuesta fueron presentados por el Cartagenero y presidente de la ANDI, Bruce Mac Master. Según él, también se indagó sobre cuáles son las malas prácticas que evidencian la corrupción en las entidades del Estado: el 12,5 % de los empresarios dijo que intento de extorsión (funcionarios públicos pidiendo sobornos), y el 21,4 % aseguró que les piden dinero para realizar de forma ágil un trámite.
La lectura de estas cifras nos indica un bajo nivel de confianza de ese sector para invertir en nuestra ciudad, lo cual es preocupante porque este sector genera más del 50% del empleo, lo que significa que la corrupción es un tema el cual debemos combatir todos, nuestro imaginario cultural esta tan devaluado que pensamos que es lo mismo democracia que democlepcia o que ser ilegal es lo ideal, confunde la cultura con delito eso de “el roba, pero, hace” ha hecho carrera en nuestra sociedad al punto que creemos que ese es el mandatario ideal, estamos muy equivocados si creemos que la corrupción solo se da a nivel de la administración pública, también se da en la privada y en la sociedad, quien al llegar a una fila no ha mirado a ver si algún conocido está en ella y cuanto más adelante mejor o al dañar un bien público se justifica aduciendo “esto no es de nadie” la corrupción emana de nuestro entorno íntimo, particular, familiar y social y es lo que proyectamos, si queremos contribuir a acabar con la corrupción debemos empezar por ser seres morales, éticos y justos.