Cuando uno se sienta a conversar con Francisco Santos, sabe que está ante un ser transparente, que durante la charla se levanta mil veces, fuma y dispara ideas y más ideas que mágicamente las concreta al final de la conversación.
Lo conozco desde hace más de 25 años en el periódico El Tiempo. Recuerdo un sombrero vueltiao que le regalé. Así como años después, toda la indumentaria de su santafecito, que disfrutó a mas no poder. Un obsequio del 14 de octubre, día de su cumpleaños.
He tenido la oportunidad de estar con diversos personajes, de varias partes del país, algunos impensables en la cabeza de muchos en conversaciones con Francisco y son un racimo de enseñanzas. Incluso a varios sucreños, les he conseguido audiencia con él y siempre ha mostrado una deferencia especial a Sucre y a su gente. Sin mucho alarde definitivamente ha movido hilos, para beneficiar al departamento.
A algunos, les ha sido imposible contactarlo y cuando un amigo le toca la puerta, aparece. Le he tocado, ha aparecido y los atiende. Después viene la aprobación o la molestia. Con algunos no le quedaron ganas de repetir la cita. Habla con desparpajo, sin perder la decencia de modales.
Es un ejecutor impresionante. En las conversaciones va realizando llamadas y acciones inmediatas para resolver asuntos, que tengan que ver con el motivo de reunirse.
Los personajes sucreños que me han solicitado en el transcurso del tiempo, servirles de enlace con el señor ex vicepresidente, saben de su espontaneidad y aun cuando algunos, no lograron ser atendidos, por otras vías, cuando lo solicité e insistí fueron acogidos. Dejando siempre claro que todo lo que fuera por Sucre, yo he tratado de hacerlo y él de ayudar.
En la oficina de Francisco, se encuentra con el poder del país. Es común tropezarse con generales de la República, con el hoy presidente Duque, ministros, senadores, periodistas, embajadores, todos atendidos milimétricamente y en igualdad de condiciones…Aun cuando no tantas.
Recuerdo la anécdota que, con su sala llena de importantes personajes, de pronto se acercó a mí y me dijo, vamos a tomarnos un tinto, pensé era en otra dependencia, pero no. Salimos a una cafetería de los alrededores y yo preocupado por todos los que lo esperaban, y él fresco, regresamos a la oficina y todo el mundo en su lugar.
Es de anotar el cariño con que es saludado en la calle, donde va como cualquier parroquiano. Francisco es un ser servicial en todos los momentos. No alardea de sus gestiones, pero las hace.
Con Francisco se discute sin rencores. Aveces grita, como cuándo un día le dije que yo no fumaba y no tenía porque aguantarme el humo de él fumando. Sólo atinó a gritar ¡no joda! Y todo bien, todo bien.
Uno de los episodios donde vi tristemente descompuesto a Francisco, el compadre como regularmente le llamo, fue durante el secuestro de la periodista Salud Hernández Mora. Le insistía que era secuestro y él me decía que las autoridades no lo habían confirmado.
Tengo presente le consulté que escribiría una columna señalando la acción como secuestro y me pidió prudencia, la cual guardé y posteriormente titulé como secuestro lo de Salud Hernández, porque esperé lo prudente, pero luego diferí de Francisco, que buscaba ante todo preservar la integridad de Salud, y yo opinaba que la mejor forma de protegerla era señalando la acción, por su nombre, como lo que yo creía que era, un secuestro, que fue lo que terminó siendo.
El día de la liberación de Salud, que todavía no la sabíamos, recuerdo que él iba a dar unas declaraciones del secuestro. Sin embargo yo había marcado insistentemente a Salud y en una esas timbró, lo que no pasaba desde el inicio de su secuestro. Inmediatamente me comuniqué con Francisco, no pude localizarlo, me contestó su esposa, María Victoria, le dije que el teléfono de Salud, timbraba y creo suspendieron la rueda de prensa y se pusieron al frente para corroborar que efectivamente tenía señal el celular y verificaron la libertad de esa gran amiga. La alegría fue total.
Francisco, con quien tengo distintos episodios en años, como cuando me dijo para ir a bucear al pacífico y yo de buceo ni colocarme la careta. Y otros como el dolor en el alma que sintió cuando se postuló como precandidato por Centro Democrático a la presidencia. Él estaba convencido iba a ganar la convención. Allí tuvimos otra diferencia, incluso con el equipo, porque yo decía que ese no era nuestro escenario por múltiples motivos. Propuse consulta abierta. Siempre le manifesté, que si era en convención, mejor nos retiráramos.
Hubo discusión, perdí en mis argumentos y recuerdo con especial afecto al español Juan Piedra, quien era presidente del Grupo Prisa, Caracol y siempre me apoyó y al final terminamos diciendo, Juan y yo «perdimos» y así nos fuimos a la convención, donde ahí si fue verdad que «perdimos».
En la convención yo le hice un reclamo al presidente Uribe, Francisco me apoyó. Los seguidores de Oscar Iván me sabotearon, yo insistí y Francisco me mandó una emisaria, que prudencia.
Terminé teniendo la razón. Cuando dieron el resultado, lloré con mucho sentimiento. Recuerdo que mi amigo Germán Medina, director de imágen de Oscar Iván, se acercó a darme ánimo.
Luego me invitaron a una comida de Francisco; dije que no iba, pero su asistente de confianza, la especial Edi, me insistió, que era importante ir, pero mi sentimiento era de dolor y rabia. No lo vi después del veredicto. Por fin fui a la comida y una vez llegué, se paró, nos abrazamos con sentimiento de dolor, lloramos y se acercó con esa misma sensación su hijo Gabriel, nos abrazó fuertemente y solo atinó a decir “Gustavo».
Igual cuando su hijo Benjamín me vio, se me acercó a decirme, «Gustavo, tenías razón». Es de anotar que días antes, yo había discutido con Benjamín, porque yo no estaba de acuerdo con la convención.
Hay mucho que contar de mi amistad con Francisco Santos, el hombre del WhatsApp conciso. Ahora en la embajada de Colombia en los Estados Unidos, estaba feliz el día de su posesión y muy natural en el Palacio de Nariño, como cualquiera de nosotros en el patio de la casa. Siempre atento con mi familia,
Es Francisco un ser integro, pendiente de su país, que ama a su familia, amigo de sus amigos y verán que posiblemente prepara su campaña presidencial.