A menos de dos años de la próxima elección presidencial, han empezado a aparecer patos con ganas de lanzarse al agua para el 2022. Esta semana renunció Roy Barreras al partido de la U, dijo que no volverá a candidatizarse para el Senado y dejó entrever que buscaría liderar un movimiento en defensa de la paz en la próxima contienda electoral. Y el exministro Alejandro Gaviria, aunque lo niegue, parece estar deshojando la margarita para decidir si va como candidato del Partido Liberal. También Iván Marulanda, del Partido Verde, está intentando ponerse en pie de campaña como alternativa de una izquierda menos radical que la de Gustavo Petro, aunque no hay que olvidar su fajardismo.
En el mismo plan entrará el senador Jorge Robledo, cuando el Moir oficialice la retirada del Polo Democrático. El senador caldense pondrá seguramente a sonar de nuevo su nombre como alternativa a Petro pese a estar en una situación política más débil sin medio partido a su lado. Esa confrontación podría llevarlo a convertirse en llave conveniente de alguien como Sergio Fajardo. Entre tanto, el Polo, con Alexánder López como candidato, hará una consulta pantomima para llegar a Petro. Y así seguirán apareciendo patos – y patas- conocidos y nuevos, unos para darse un chapuzón de popularidad y de pronto pescar una adhesión rentable, y otros sí con intenciones de nadar seriamente.
Entre estos últimos, los que ya saben qué es mojarse las plumas en una campaña presidencial tendrán una clara ventaja y no sería raro que en el tarjetón final se repitieran varias de las caras del 2018: Petro, Fajardo y quizás Humberto de la Calle, y Marta Lucía Ramírez o Carlos Holmes Trujillo por la derecha.
Sin embargo, el escenario que ellos tendrán será muy diferente al que había a estas alturas en el 2016. Si el desgaste del presidente Santos y el debate sobre el acuerdo de paz proyectaban en ese entonces a quien fuera el candidato de Uribe como seguro finalista, quien parece estar mejor colocado hoy es Petro, por el desgaste de la derecha en el gobierno y la perspectiva de dos años de crisis económica por causa de la Covid, lo cual sin duda le dará un impulso a su plataforma de populista radical.
El aumento de la pobreza por la pandemia y el debilitamiento de la clase media pueden hacer que el péndulo político se mueva diametralmente, al punto que no solo el uribismo salga derrotado sino también cualquier alternativa moderada.
Hoy, en plata blanca, las posibilidades de que un candidato uribista gane la presidencia en el 2022 son reducidas. Las razones principales son las frustraciones de la gestión de gobierno, la carencia de un nombre fuerte distinto al presidente Duque y a Uribe, la pandemia y la incapacidad para suavizar las diferencias con las fuerzas de centro. Sin embargo, eso no quiere decir, que el uribismo no pueda evitar que el 7 de agosto del 2022, Duque tenga que entregarle la banda presidencial a Petro.
¿Y cómo puede hacerlo? Con el pragmatismo un pacto. Debe buscar puntos de encuentro con el centro político que le permitan al país pagar un menor costo por la pandemia y mostrar que los radicalismos no son la respuesta adecuada. Eso posibilitaría que Petro tuviera un oponente -quizá no uribista- con respaldos de amplio espectro. El llamado a liderar ese giro no es otro que el propio Duque. Si no lo hace pronto, el futuro del país, que se decidirá en las urnas, quedará en manos de un centro, posiblemente atomizado, y de la izquierda concentrada mayoritariamente en Petro, quien incluso podría ganar en primera vuelta.
Perfil del columnista: Juan Carlos Bermúdez es uno de los periodistas editores más reconocidos y respetados del Colombia. Egresado de la universidad Jorge Tadeo Lozano. Con más de 30 años de carrera. Se destaca en su trayectoria haber sido editor en El País de Cali, El Tiempo y Semana. Al igual que otros grandes nombres del periodismo colombiano. Es hijo de las transformaciones democráticas, sociales y políticas que vivió Colombia por cuenta de la Constitución de 1991.