Contra todos los pronósticos estamos cerrando el 2020, cuándo creímos que todo iba camino a la recuperación repuntaron la pandemia, repuntaron las variantes del Sars-Cov2 y repuntó también la esperanza, esa que nos ha armado de valor para retar al destino y poner en punta los sistemas de salud nuevamente, nos falta tanto sentido común, qué en Colombia, por ejemplo, dejan en nuestras manos el AUTOCUIDADO y lo que hacemos es auto-acabarnos. (No lo digo yo, lo dicen las estadísticas, es 24 de diciembre son las 5:40 pm mientras digito este llamado de atención, y las cifras no mienten: NUEVOS CASOS 14.940; MUERTOS 280 Y CASOS ACTIVOS 96.783.
Sabemos que no podemos tomarnos las cosas a la ligera, y proliferan las reuniones familiares y de amigos, cuando hoy el amor verdadero se demuestra con la responsabilidad del distanciamiento social, con el tapabocas bien puesto y con la precaución por delante, no encontrándonos. Yo no me quiero imaginar el escenario que estaremos protagonizando en enero 2021, con franqueza, me preocupa, la gente pareciera que está tomándose el tema del virus, como si se tratara de la existencia de fantasmas, o, como si las vacunas fuesen virtuales y ya nos la hubiesen integrado en nuestros sistemas.
Qué más quisiera que desearles un 2021 lleno de alegrías, pero tengo claro que los deseos por si mismos no son nada, por eso los insto a que vivan la Navidad y estas fechas desde la intimidad, a que disfruten de buenas lecturas, series o música, a que hagan deporte sin aglomerarse y sobre todo a que tomen conciencia de esta realidad de la que pareciera no damos crédito aún. PÓNGANSE BIEN EL TAPABOCAS, lávense las manos, jueguen con la imaginación, ámense y amen a los otros a través de los desencuentros físicos, y aprópiense de los virtuales.
Mi corazón y pensamiento solidario con quienes están en el primer frente de esta batalla, no son solo médicos y enfermeras, son también aseadores, recepcionistas, choferes, en fin, la lista es larga. Pero es con ellos y con las personas vulnerables que me solidarizo hoy, muchos deambulan llevando a sus casas eso que marcará más de un último adiós. Lamento profundamente ver a tantos amigos confiados y de paso exponiendo a los suyos. Que el Universo les de la fuerza desde ya para cuando la culpa golpeé a sus puertas.
Si van a encontrarse porque la salud mental lo exige, documéntense, no podemos comer todos al mismo tiempo, no todos los cubrebocas son idóneos, estamos en un momento el que no podemos pecar por ignorancia, la información está clara, las entidades de salud y los gobiernos no pueden hacer más, ya no tenemos a quien culpar, a partir de la apertura inteligente la responsabilidad es nuestra.
Suena patético hablar así en esta fecha de regocijo. Pero me carga ser testigo de tanto relajo. Y tengo que desahogarme con ustedes para compartir el peso de esta realidad. Eso no significa que no apele a la fe, a la esperanza y a la certeza de que el futuro será mejor, pero somos nosotros quienes tenemos que darle la vuelta al timón para curarnos. Aprovecho para mandarle un abrazo al corazón a cada familia golpeada por la pena, el hambre, las angustias y pido al Universo, a Papá Noel o al Niño Dios, que de regalo nos dé el ser CONCIENTES para tener el tesón de tomarnos las cosas en serio hoy, para que mañana podamos reír nuevamente.