“…El expresidente Uribe acaba de lanzar su primera proclama, un poco subliminal, cuando dice: Trabajar desde hoy para salvar a Colombia en el 2022”
Colombia se debate actualmente entre la izquierda de Petro y la derecha de Duque y Uribe. Parece ser que no hay más opción y si todo sigue como se desarrolla, la situación del país se convertirá en un polvorín de tallas mayores, producto de dicha polarización.
Es solo ver las últimas reuniones de políticos en el “ubérrimo”, lo que demuestra que se está cocinando una fuerte alianza de la derecha, la casa Char, pidiendo “cacao”, el Partido de la U, con Dilian Francisca Toro, intentando reencauchar a un partido en picada con muchos senadores y representantes subyudice con la justicia. También fue a pedir “pasabordo” un ilustre desconocido llamado Alirio Barrera, que solo sabemos que fue exgobernador del Casanare, pero quiere que le den la bendición para estar en la contienda electoral de presidente, para después aspirar al Senado o a la Cámara.
Regresando a lo que queremos, las dos posturas son en su fondo irreconciliables y eso es lo que tiene, y va a tener, al país en un estado de incertidumbre político-económico-social, donde la comunidad mundial mira expectante el desarrollo de la próxima contienda electoral cuando ya el expresidente Uribe acaba de lanzar su primera proclama, un poco subliminal, al expresar: “Trabajar desde hoy para salvar a Colombia en el 2022”
¿Qué quiso decir? ¿Sí el ex presidente Álvaro Uribe Vélez, ha gobernado el país desde el 2002? ¿Salvarlo de quién? ¿De sus recomendados?
Lo que deseamos los Colombianos, es que nuestros candidatos deben cuanto antes direccionar sus posiciones egocéntricas y mirar más bien como unir al país con liderazgos y propuestas positivas y políticas mucho más centradas sin llegar a los extremos, a sabiendas que la extrema derecha, coarta las libertades, viola los derechos humanos, defiende en forma violenta sus ideas y les satisface el uso de estos medios. Son fieles intérpretes del Ku Klux Klan, conservadores a ultranza, militaristas y fascistas e incitan al fomento de la xenofobia, el racismo, la homofobia, la aporofobia, los crímenes de odio, la consolidación de la “mano negra”, y sus políticas de estado y económicas no son muy claras y mucho menos direccionadas a lo social.
La extrema izquierda no se queda atrás, es un oasis de inexactitudes y de vertientes irreconciliables, que como la extrema derecha, tienen aversión hacia la paz, quieren impedir el libre desarrollo de la personalidad, la igualdad, y la libertad, y por supuesto, agreden a la población con la implantación de una férrea disciplina en todos los niveles de la sociedad. Nuestro país no puede estar expuesto a los vaivenes de una extrema izquierda, o una izquierda revolucionaria y radical donde nos traten de inyectar ideologías o sistemas sociales y económicos que tiendan al imperio del comunismo, que solo existe, con resultados cuestionables, en poquísimos países del mundo.
Nuestra clase trabajadora, siempre desunida, con diferentes matices y por ende, no está en condiciones de ayudar a la toma democrática del poder y manejar a su albedrio los medios de producción, el libre empresarismo, la propiedad privada y las libertades constitucionales. Su esencia desgastadora los hace vulnerables a toda opción gubernamental y mucho menos con la ayuda de la extrema izquierda.
Es normal observar en los medios, como esos dos polos, tienen múltiples violaciones a los derechos humanos y delitos de lesa humanidad y la sociedad pide a gritos justicia sin contemplación alguna. Se ha comprobado hasta la saciedad, que los miembros de la izquierda extremista cometieron asesinatos, extorsiones, secuestros, utilizando éstos vejámenes y el narcotráfico como sus preferidas armas de financiación. Del otro lado, la extrema derecha, con el apoyo de organismos de seguridad del Estado y muchos miembros de las Fuerzas Militares y Armadas de Colombia, se confabularon con delincuentes para actuar de manera irracional, como extrema derecha, en contra de la población indefensa colombiana.
En consecuencia, nuestras próximas opciones presidenciales, deben atemperar sus posiciones radicales y cumplirlas en su gobierno, de manera especial en temas de tanta importancia como no “hacer trizas” los acuerdos de paz, hacer creer que “el que no piensa como yo…es extremista”, elaborando un verdadero estatuto de la oposición sin persecución política o sindical, libertad de expresión y medios de comunicación, libertad para la inversión extranjera y respeto a la propiedad privada, no restringir o prohibir la protesta social y solucionar la prestación de los malos y caros servicios públicos, fortalecer la educación pública y la salud, un presidente que pueda ejercer un liderazgo sin abuso del poder, que haga efectivo el castigo al acoso laboral, moral y psicológico en el trabajo, que respete la orientación sexual, se combata con política publicas la drogadicción, prostitución, violencia intrafamiliar, racismo, los radicalismos extremos, evitando los crímenes de odio como un estilo de vida
Eso es lo que queremos para nuestro próximo presidente. Votemos por quien nos ofrezca esas garantías. El nombre es lo de menos.
Carlos Painchault Sampayo
Economista, Especialista en Gerencia Pública. Profesor Catedrático por 16 años de Economía Política de la Universidad de Sucre. Sincelejo. Colombia.